Este 9 de marzo voy a parar porque puedo hacerlo.
Reconozco los privilegios de los que gozo y las situaciones que me ponen en una posición de ventaja frente a otras personas, entre ellas, otras mujeres que probablemente no podrán participar en el paro de este lunes.
Identifico entre mis privilegios el ser “güera”, tener estudios universitarios, ser heterosexual y haber nacido en el “norte”. También tengo la ventaja de hablar tres idiomas, de tener un trabajo con todas las prestaciones de ley (y más) y de contar a una pareja que se hace corresponsable del trabajo de cuidados, es decir, de la crianza de mi hijo y la limpieza de la casa, por ejemplo.
Algunos de esos privilegios los tengo desde el nacimiento y otros los he adquirido con el paso del tiempo, sin embargo, hay ventajas a las que nunca voy a acceder.
Por ejemplo, es muy poco probable que un día tenga ingresos millonarios que me sitúen en el 1% más rico de la población y esto se debe básicamente a que no nací ni crecí en una familia multimillonaria.
Pero algo que nunca se encontrará en mi lista es el privilegio de ser hombre.
El estudio más reciénte de Oxfam destaca que, a nivel mundial, los hombres poseen un 50% más de riqueza que las mujeres y también señala que mientras el 6% de los hombres no forma parte de la mano de obra remunerada, el 42% de las mujeres no tiene esta posibilidad debido al trabajo de cuidados no remunerado que asumen todos los días y que mantiene la economía funcionando.
De acuerdo con el informe México justo: propuestas de políticas públicas para combatir la desigualdad, en nuestro país las mujeres más pobres tienen casi el doble de probabilidad que los hombres de seguir siendo pobres.
¡Todo un privilegio es ser hombre!
Así que yo tengo privilegios, sí; pero también reconozco las desigualdades que enfrento yo y miles de mujeres en este país.
Por eso paro.
Paro para exigir que todas las mujeres tengan acceso a oportunidades iguales de estudiar lo que más les apasiona y que tengan acceso a fuentes dignas e iguales de empleo.
Paro porque quiero que cada mujer pueda decidir sobre su cuerpo y elegir ser mamá o no.
Paro para que los hombres reconozcan y compartan con las mujeres el trabajo de cuidados.
Paro para que a las mujeres no se le discrimine por su color de piel, raza, el idioma que hablan, su orientación sexual o su edad.
Paro para que todas las mujeres podamos caminar y llegar seguras a nuestras casas, sin importar la hora ni la zona donde vivimos.
Paro para que se reduzca la brecha salarial de género.
Paro para visibilizar las desigualdades y la violencia de género.
Paro y reconozco el privilegio que tengo de poder hacerlo.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México
Crédito de las fotografías: Santiago Arau