Hoy 19 de agosto se conmemora el día mundial de la asistencia humanitaria, fecha relevante para dar pie a la reflexión de la realidad tan compleja que vivimos en el mundo y en el país en estos momentos.
Urge que centremos la mirada en la desigualdad y la violencia en condiciones extremas. En situaciones como los desastres sociales inducidos por fenómenos naturales que arrasan comunidades enteras, terminan con los medios de vida (cosechas, ganado, pesca local) y arrebatan la vida a cientos de personas en un instante; exigiendo una respuesta urgente.
O los procesos de desplazamiento por violencia transfronteriza, donde la discriminación, el abuso y la xenofobia tienen por objeto “al otro”, “al que llega”; es en esos momentos complejos, donde está en juego la vida, cuando la violencia maximiza las diferencias y muchas personas entran en un estado de necesidad (status necessitatis) de un momento a otro, es allí donde la labor humanitaria se hace presente.
Lo que como sociedad tenemos bien claro –y lo hemos aprendidos de múltiples formas- es que no podemos hacer un calendario de emergencias, que no podemos medir ni estimar todos los sucesos que las originarán.
Lo que sí podemos hacer prevenir, responder a las emergencias adecuadamente y con estándares que nos permitan garantizar la dignidad humana y construir comunidades e individuos más resilientes. En esos tres momentos está presente el trabajo humanitario de personas y organizaciones con distintas capacidades profesionales y técnicas, que atienden a poblaciones en situación de vulnerabilidad, poniendo en el centro de sus acciones el respeto a la vida, el derecho a las personas de vivir con dignidad y la solidaridad de las personas hacia sus iguales (por mencionar algunos principios).
Hoy hay mucho que hacer para asegurar un trabajo humanitario de calidad no asistencialista que sea sensible a los contextos sociales, que observe criterios de protección a quienes menos tienen, que combata la desigualdad y asegure el adecuado ejercicio de recursos de manera transparente.
La profesionalización del trabajo humanitario es fundamental para lograr el objetivo fundamental en emergencias: ayudar a salvar vidas.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México