Hace unos de días volví de Oaxaca, donde participé en la Misión de Observación Humanitaria, que tras el sismo del pasado 7 de septiembre recorrió la zona del Istmo de Tehuantepec, atestiguando la falta de coordinación gubernamental en la distribución de la ayuda humanitaria y el uso discrecional de los escasos recursos que han llegado a la zona. El objetivo principal fue vigilar que la acción humanitaria se implemente bajo los principios de imparcialidad, neutralidad, humanidad e independencia operacional que dictan los más altos estándares del derecho internacional humanitario.
Uno de esos días, volviendo al hotel revisé mis redes sociales y vi publicados muchos contenidos solidarios respecto al terremoto. Recordé que tres meses atrás, en las oficinas de Oxfam México alguien del equipo encontró un post de Facebook donde se ofrecía una oportunidad para voluntariar en alguna comunidad costera afectada por un huracán.
Entre una persona con acceso a internet que estuviese interesada y la oportunidad de vivir una experiencia sin par, había únicamente $2,000 de separación… pero incluía una camiseta de la misión. Nos reímos un poco al respecto y les enseñé Humanitarians of Tinder . Nos reímos un poquito más, pero luego nos deprimimos porque caímos en cuenta que, si bien no dejarías que una persona bien intencionada que no fuera dentista te arreglara una muela… tampoco dejarías que la acción humanitaria la implementara…. bueno, se entiende la idea.
Desde nuestro privilegio es sencillo canalizar de manera errónea nuestros buenos sentimientos y pensar que aunque creamos reconocer las diferentes necesidades de toda la población afectada por un fenómeno – sin discriminación alguna, incluyendo mujeres, niñas, niños, personas de la tercera edad y personas de origen indígena- la verdad es que no es así. El corazón contento y resguardado tras una camiseta o un chaleco brandeado no basta: hace falta para ello mucha preparación.
Si sientes irrefrenables deseos de visitar Oaxaca o Chiapas para ayudar durante estos días, tengo que recordarte algunos puntos:
+No importan las buenas intenciones volcadas en donar toneladas de latas de atún y ropa. Si quieres conocer la verdad sobre los donativos en especie, puedes dar click aquí.
+La dignidad de la gente importa y mucho. A pesar de que creas que tienes una oportunidad de foto insuperable -que seguro obtendrá muchos likes en Instagram-; no es tan buena idea ni tomarla, ni publicarla. Suena como a una noción de sentido común, pero vi a muchos funcionarixs públicos que ni siquiera lo intuyen y por lo tanto no lo ponen en práctica.
+Los corazones se rompen. Cuando la respuesta humanitaria de los gobiernos no es suficiente ni adecuada, la gente comparte contigo su desesperación y no es tan sencillo darles una respuesta ni consolarles con promesas que no puedes cumplir.
+Tus sentimientos o tu peinado no son prioritarios. La acción humanitaria y las vidas en peligro sí.
+Para ayudar también se necesita preparación. Si no la tienes, probablemente pongas tu vida y la de los que te rodean en riesgo. Los protagonistas deben ser las personas afectadas; no tú.
Estoy de acuerdo con que ayudar es sexy. Sólo que para no poner en fuerte riesgo la integridad de nadie, hay que buscar las maneras seguras de hacerlo.
Ir a atestiguar y a postear desde los lugares afectados no es la única ni la mejor opción.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México
*Imágenes tomadas de Google Images el 18 de septiembre de 2017 a las 17:10 hrs.