María Fernanda Álvarez
Coordinadora del proyecto 12 Mexicanxs de Oxfam México
En oposición a las listas de las fortunas más exorbitantes de México, Oxfam México publicó en 2016 un trabajo periodístico que, como exploración de la desigualdad, retrataba la vida de doce de las personas más pobres del país.
A partir de este libro surge el proyecto que coordino, 12 Mexicanxs, en donde todos los días veo cómo las historias de pobreza, injusticia y despojo se repiten una y otra vez, millones de veces más que doce, por todo el país. De la misma forma me doy cuenta que existen grupos específicos de personas que han sido doble y triplemente excluidas.
No es casualidad, por ejemplo, que muchas de las comunidades con quienes trabajamos estén constituidas en gran medida por personas indígenas en situación de pobreza y sin acceso a servicios públicos básicos de calidad, discriminadas por sus rasgos físicos, su piel morena y su idioma, y comúnmente excluidas del debate público y las decisiones políticas que les afectan directamente.
Recientemente, Oxfam México publicó un estudio sobre el estado de la desigualdad actual en México que explica con cifras e indicadores lo abismal de la brecha entre ricos y pobres en nuestro país. Pero, ¿cómo se ve y cómo se vive la pobreza extrema? y ¿qué implicaciones tiene la desigualdad para aquellas personas que nunca van a experimentar esa pobreza debido al privilegio de haber nacido con un tono de piel más claro y en un hogar de ingresos más altos?
¿Cómo realidades aparentemente lejanas y abstractas como una reforma legislativa a nivel federal o la malversación de recursos públicos estatales afectan de maneras directas y específicas a poblaciones viviendo en extrema pobreza?, ¿qué significa la democracia cuando la desigualdad crea un terreno fértil para, por ejemplo, la compra de votos o la captura política a gran escala?, ¿de qué hablamos cuando hablamos de justicia en lugares en donde tener acceso a ella implica un costo económico substancial que solo las personas con más privilegios pueden pagar?
Como antropóloga, mi trabajo se basa considerablemente en convivir, conversar y observar, y para mí estas preguntas importan porque las personas con las que trabajamos importan, porque sus historias, miradas, sentires y experiencias deben ser visibilizadas y valoradas por su inherente legitimidad y dignidad. Es vital saber que mientras Don José produce café y lo vende apenas a 31 pesos el kilo, una taza de café puede llegar a costar 50 pesos; o que hay comunidades enteras que nunca han visto su centro de salud abierto y tienen que viajar horas hasta la ciudad más cercana para recibir atención médica.
Es precisamente porque esas personas importan tanto como cualquier otra persona —o más, por la situación de injusticia en la que viven— que desde Oxfam México, el proyecto 12 Mexicanxs trabaja junto a distintas comunidades para identificar y priorizar necesidades y retos colectivos específicos, para subsecuentemente cocrear e implementar soluciones que le hagan frente a las desigualdades que impiden el ejercicio de derechos de las personas que viven ahí.
Pero el trabajo no para ahí, para hacerle frente a la gigantesca desigualdad en la que vivimos, es igual de necesario desarmar el privilegio que disfrutan unas cuantas personas en perjuicio de millones. La desigualdad no es una condición natural, sino un producto de la historia y la política. Para mí es impensable que aceptemos un México en donde un puñado de individuos concentran la riqueza del país. Empecemos a cambiarlo.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México
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Este texto fue publicado originalmente en HuffPost México