Comienza por la pila de trastes que hay en el fregadero, ayer cenaste un poco de pasta, pizza y cerveza, eso delatan los restos.
¿Y cómo es él? ¿En qué lugar se enamoró de ti? ¿De dónde es? ¿A qué dedica el tiempo libre? José Luis Perales la acompaña a ordenar la sala, mientras pone la lavadora en ciclo delicado. Para entonces son alrededor de las once y no ha desayunado, así que entra a la cocina para coger una pieza de pan tostado, un poco de café, y seguir puliendo.
El timbre suena, baja el volumen y se dirige a la puerta. Son “los del agua”. Intercambian algunas palabras mientras ella intenta contener a Bimba para que pare los ladridos y no se lance contra el joven que entra cargando el garrafón.
Las cinco con diez, marca el reloj que te trajo tu prima de su último viaje, ella sale corriendo a la esquina esperando que su amiga de las quesadillas le haya guardado su pedido de cada ocho días, sabe que a esas horas no puede darse el lujo de volver a manchar la estufa y ensuciar trastes, y además esta semana no has podido hacer las compras y no queda mucho en la despensa.
A su regreso hace una escala en el Oxxo, medio kilogramo de Pedigree razas pequeñas y un refresco de cola, muy frío.
Los siguientes mejores 20 minutos del día tienen sabor a gordita de chicharrón con salsa roja, y ese pequeño banco tan reducido a su valor funcional, toma otro significado para sus pies pequeños y cansados.
Vasos, cucharas, platos, la escoba, el trapeador, ese líquido con olor a lavanda; todo ha quedado en su sitio. Abre el cajón de la cocina, ese donde sabe que encontrará lo equivalente al costo de un paquete de pañales para su nieta, leche en polvo y con suerte los pasajes del día siguiente.
Ha caído la tarde. Es momento de tomar las llaves, respirar y agarrar fuerza para enfrentar el trayecto de regreso. Casi veinte estaciones de metro, dos transbordes, un camión, una caminata de 10 minutos apresurando el paso para pasar la calle oscura. Dos horas en total y la jornada no ha terminado.
Al llegar a su casa encuentra trastes en la tarja y el bote de la ropa sucia a reventar. Para esa mujer de manos resecas, el trabajo no se acaba nunca. Once con once, miran el reloj, tú deseas que se posponga la reunión de mañana porque sabes que no tienes el informe completo. Ella espera completar la semana con lo que encuentre en los demás cajones de las demás cocinas.
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Imagen miniatura tomada del sitio: https://www.ugtcantabria.org/ugt-rechaza-gobierno-elimine-las-bonificaciones-empleo-domestico-e-incentive-precariedad-laboral/ el 12 de julio de 2018 a las 15:53