En días recientes, visite el hermoso estado de Yucatán. Llegué a la ciudad de Mérida como primer paso antes de asistir a la Feria de la Ciudadanía, organizada por Oxfam México en el municipio de Tahdziú. Mi estancia transcurrió entre estos dos lugares, donde la desigualdad es muy visible.
Mérida es la ciudad con mayor desarrollo humano de Yucatán, mientras que Tahdziú tiene el índice más bajo, y es considerado uno de los municipios más pobres de México. Y esto es notorio, simplemente viendo dos imágenes: las viviendas estilo art noveau francesas de la capital, y las de techo de palma y piso de tierra de las personas mayahablantes.
En el famoso Paseo Montejo se establecieron las casas de las familias más acaudaladas del estado en tiempos de la bonanza del henequén. Son construcciones fastuosas ubicadas en el lugar más visible de la ciudad. Se trataba de enviar un mensaje: quiénes tenían todo, demostraban su opulencia y poder. Mientras tanto, la gran mayoría de las personas que sembraban vivían en casas muy modestas, con enormes carencias.
Contrastar estas dos formas de vida ilustra las desigualdades de la sociedad yucateca.
Actualmente, hay familias que no tienen los recursos suficientes para dar manutención a sus casas ubicadas en Paseo Montejo. Durante el siglo XX la industria del henequén tuvo competidores fuertes contra los que no pudo sobrevivir, y no sólo pasó con este plantío, sino con el azúcar, el chocolate y la vainilla en otras regiones del país. Las familias ricas no invirtieron en nuevas tecnologías, ni se preocuparon en innovar lo métodos de producción o en diversificar productos.
Por eso hoy en Yucatán se pueden ver casas tremendamente elegantes, construidas en tiempos de bonanza por los mejores arquitectos de su tiempo, que se encuentran en ruinas. Y se pueden apreciar también, en lugares como Tahdziú, indígenas mayas viviendo de la misma manera después de siglos. Paisajes del abandono, personas con los ingresos más bajos en plena resistencia económica y lingüística, sobreviviendo con los apoyos que reciben de los programas sociales asistencialistas, cuyos padrones son recortados por motivos de simpatías políticas, lejos de los grandes centros económicos e industriales, sufriendo discriminación.
Esto son los efectos sociales de la insostenible desigualdad extrema.
Tomemos acción. Súmate a Oxfam.
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