Esa fue una de las preguntas a las que nos hemos enfrentado al implementar la respuesta humanitaria a los sismos del 2017 en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. En colaboración con UNICEF, rehabilitamos o contruimos baños en escuelas afectadas por el desastre.
Cuando llegamos a trabajar al Istmo nos dimos cuenta que pocas escuelas -o en dado caso, los lugares que se habían adaptado para que los niños tomaran clases- tenían espacios sanitarios y en la mayoría, el agua que utilizaban para lavarse las manos era almacenada en tambos o cubetas, y no estaba en espacios adecuados para que los niños y niñas pudieran lavarse las manos, además de que no tenían jabón.
El proyecto tiene dos componentes: rehabilitación o construcción de instalaciones sanitarias y capacitación, ambas se han realizado al mismo tiempo. El área de construcción habilitó los espacios y como resultado los lavabos funcionan, y ya no es necesario utilizar agua de un tambo, evitando que se propaguen enfermedades al tener el agua estancada. En la parte de la capacitación, se han llevado a cabo talleres en escuelas para promover la higiene y el lavado de manos.
Durante los talleres platicamos con niños, niñas, maestros, maestras, padres y madres de familia, quienes nos comentaron que en algunas localidades se habían presentado brotes de enfermedades diarreicas provocadas por malas prácticas de higiene.
Al visitar las escuelas, pudimos observar que la mayoría de alumnos y alumnas no se lavaban las manos adecuadamente porque no tenían jabón, además de que no lo hacían correctamente, pues sólo remojaban las manos en los tambos que estaban cerca de los baños.
Las estrategias que utilizamos para enseñar el correcto lavado de manos van de acuerdo a los grupos de edad; ya sea con brillantina, con un cuento o un sonido, al final el objetivo se ha cumplido: los niños y niñas aprenden y han puesto en práctica el correcto lavado de manos.
Esto lo sabemos porque en visitas posteriores hemos visto cómo las maestras destinan un tiempo para que sus estudiantes laven sus manos antes de desayunar, incluso, algunas niñas nos han dicho «mira, me lavo las manos como nos dijiste», otros nos cuentan que les gusta cómo huelen sus manos y que contarían a sus papás lo que aprendieron en la escuela. Además de los talleres entregamos kits de lavado de manos a cada niño o niña en las escuelas.
Ha pasado más de un año de los terremotos de septiembre de 2017 y aún falta mucho por hacer, así como otras enfermedades que atender, sin embargo, nos alegra saber que les hemos dado herramientas y conocimientos para llevar a cabo una de las maneras más fáciles y económicas para prevenir enfermedades; el lavado de manos.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México