Ha habido enfrentamientos de algunas de estas personas con fuerzas de la policía al tratar de cruzar la frontera entre Guatemala y México. Sin embargo, el discurso de criminalización que Alfonso Navarrete Prida en su mensaje del domingo 28 y en las entrevistas del lunes 29 de octubre, en relación a supuestos grupos delictivos infiltrados en la caravana, resulta excesivo cuando miramos la conducta generalizada de la gran mayoría de las personas que forman parte del éxodo. Lo que han visto los equipos en terreno de Oxfam México que están proveyendo agua y saneamiento en puntos de descanso, es que las personas se encuentran en estado de fatiga, sin alimentación suficiente ni adecuada, sin posibilidades de cubrir sus necesidades de higiene de manera digna, durmiendo en el piso o en donde se puede. Esa no es una banda de bad hombres.
Son mujeres, niños y niñas, personas jóvenes que huyen de su país de origen ante la falta absoluta de futuro. La violencia en Centroamérica y las condiciones generalizadas de violación a los derechos humanos ponen a esta población en una situación de tal grado de desesperación que prefieren dejarlo todo y aventarse en un trayecto largo, peligroso e incierto. Hay que imaginar las condiciones de las que se escapan para entender cómo es que la opción más deseable es el destino poco amigable al cual se huye. México no es un contexto particularmente gentil al tránsito de migrantes, como ha quedado patente. Menos puede serlo EUA. Y aun así, es una mejor opción que quedarse en donde estaban.
El gobierno mexicano debe cumplir con sus obligaciones humanitarias. Condicionar la asistencia humanitaria –atención médica, alimentos, agua potable, higiene personal, albergue– al estatus migratorio, va contra toda legislación nacional e internacional. El gobierno de la CDMX y la CDHDF están colaborando juntas y en coordinación con organizaciones de la sociedad civil y han anunciado ya la implementación de un puente humanitario para atender a las personas en su camino desde Oaxaca hacia el centro del país. Le han puesto la vara alta al gobierno federal, quien parece no escuchar.
Finalmente, lo peor que puede suceder, lo verdaderamente triste, es que la ciudadanía mexicana se crea este discurso de bad hombre. Infinidad de mensajes en redes sociales argumentando en las mismas líneas discursivas de un gobierno que tantos consideran corrupto y violador de DDHHH: son ilegales, son delincuentes, que cumplan la ley primero. Si les suena familiar es porque ese discurso es una importación de EUA.
Me ha sorprendido, sobre todo, preocupaciones por “nuestros pobres”. Tantas personas que en el día a día ni se enteran de que en este país 55.3 millones de personas viven en pobreza, que no se inmutan en su cotidianeidad por la desigualdad que enfrentan los pueblos indígenas o las comunidades excluidas. Sin embargo, basta que lleguen a nuestro país “los otros” para que surja ese nacionalismo acomodaticio y medio mundo está preocupado por aquellos que por años ha ignorado.
Imagínatelo: sales de tu país huyendo de la pobreza y la violencia, el país de destino te rechaza y en la ruta enfrentas racismo, indiferencia y persecución.
Saquemos lo mejor de este país, todos nosotros y nosotras, ciudadanía y gobierno.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México
Esta entrada fue publicada originalmente en el HuffPost
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