Resulta complicado entender por qué una persona dejaría atrás su lugar de origen y todo lo que conoce: personas que aprecia, historias de vida, sitios favoritos y todas las memorias construidas en lo que cada quien identifica como hogar… pero cuando escuchas la historia de las personas que migran, conoces cómo la violencia y la pobreza que azotan inclementemente a sus países de origen, es suficiente motivo para querer irse por pura autoconservación.
En este momento más de 7 mil personas están recorriendo un camino lleno de riesgos, violencia sexual, reclutamiento por parte del crimen organizado, detenciones arbitrarias y trata de personas, fumigación, todo lo contrario a su anhelo de mejorar su condición de vida y la de sus familias. La deportación a su país de origen es algo de qué preocuparse también; las personas jóvenes huyen de las amenazas y violencia pandillera del lugar donde nacieron por lo que regresar “a casa” sería casi un suicidio.
La opinión pública, como en muchos casos, está dividida; según un artículo de Animal Político publicado el 24 de octubre, una encuesta realizada a una muestra de la población mexicana, dice que un 52% de la población está de acuerdo en el libre acceso de la caravana a México. Hay albergues, mujeres y hombres que reparten comida y arman mochilas para entregar en su paso a la caravana. El 48% restante tiene opiniones que hemos tenido oportunidad de leer por montones en redes sociales.
Hablemos del primer 52%: el que quiere ayudar. Contemplan ideas que van desde enviar comida a Oaxaca en camiones hasta donar ropa -que de experiencias aprendidas en los sismos de septiembre 2017, sabemos que no siempre está en las mejores condiciones-, algunas más se preparan para recibir en sus ciudades a la caravana o están tratando de conseguir camiones para trasladarse más rápidamente. La realidad es que las necesidades de las personas que migran son distintas según el lugar donde pasan la noche. Además la Caravana Centroamericana no revela cuál es su ruta por cuestiones de seguridad, por lo que es complicado anticipar su recorrido y prever la ayuda.
La caravana ha recorrido alrededor de 412 kilómetros hacia el norte del territorio mexicano. En este camino se han encontrado con el apoyo de distintas instituciones, sin embargo la ayuda está teniendo fecha de caducidad, los recursos se están agotando, dejando a la deriva el apoyo para la población en tránsito.
Una de las mejores formas de ayudar es donar dinero para organizaciones que están presentes en terreno por donde la caravana va pasando. Donar asegura que los recursos se canalizan de forma ordenada y sistemática para cubrir las necesidades de las personas que más lo necesitan dependiendo del contexto en el que se encuentren. Adicionalmente las organizaciones tenemos la obligación de rendir cuentas sobre el uso de estos recursos.
Oxfam México está respondiendo a dos emergencias humanitarias; por un lado a los desastres generados por las recientes inundaciones en Veracruz, por otro lado las necesidades de la caravana migrante. La respuesta que está dando consiste en acciones de prevención de enfermedades generando acceso a agua limpia y segura para la población, también exige que la ayuda humanitaria no esté condicionada al estatus migratorio de las personas y se garanticen los derechos humanos.
Lamentablemente ambos casos son el resultado de la desigualdad que vivimos en México y el mundo. Todas las personas podemos sumar para que estas emergencias sean combatidas bajo los principios de dignidad humana y solidaridad. Finalmente cada persona decide si apoya o no, si es con un donativo o en especie, lo importante es solidarizarnos con quien más lo necesita y tomar acción.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México