*Basado en hechos reales

“Es cuestión de respeto. No sé cómo definirme, yo no me siento hombre y ellos allá no me aceptan como hombre, pero soy persona, soy ser humano, ¿no? Es bien simple, así como aquí todos tenemos baños, porque somos personas, y las personas o los seres humanos tienen que ir al baño. Pero vivir con gente que no lo entiende y no te respeta es bien difícil, por eso salí de Tegu”

Por “Tegu” se refiere a Tegucigalpa, capital de Honduras, donde nació hace 24 años y donde vivió toda su vida hasta hace tres semanas, cuando salió de esa ciudad con tres amigas en la segunda caravana que cruza México esperando llegar a Estados Unidos. Estamos en el estadio Jesús Martínez “Palillo”, en la Ciudad de México, donde se albergan alrededor de 2 mil personas de todas edades, nacionalidades e identidades.

“Yo estaba bien hasta hace poco, bueno, hasta hace unos años. Desde los 10 sabía que era homosexual, que me gustaban los hombres, pues. Pero ya después de los 15 comencé a vestirme de mujer, y luego ya me transformé. Ser mujer también es bien difícil, desde ponerte linda hasta salir a la calle”.

Me cuenta que cuando quiere verse bien le toma hasta dos horas maquillarse, pero es difícil salir así porque nunca sabe cuándo va a estar todo bien o cuándo van a atacarle. Pero “les pasa a todas”, tanto a las que nacieron siendo mujeres, como a las que se transformaron, incluyendo a sus amigas. La violencia en “Tegu” ha aumentado mucho y vivir ahí es un riesgo que ya no pueden solventar; los crímenes de odio contra las personas de la comunidad LGBT+ ya “son demasiado”, a veces los cometen pandillas, cuenta, en otras ocasiones hasta las mismas autoridades.

“Ahí en Tegu teníamos una red. Éramos mil, todas y todos se conocen, pero de esas mil ya mataron a 400 en los últimos años*, y así ya no quiero salir a la calle. Por eso mis amigas y yo nos venimos. Está difícil, pero estamos juntas, y quién sabe qué nos espera, pero es mejor estar así que quedarse sabiendo que la matan y allá a nadie le interesa cuando matan a una que se transformó”

De acuerdo con cifras del Observatorio de muertes de la comunidad LGBTI+ en Honduras, de la organización Cattrachas, Tegucigalpa es la segunda ciudad con más crímenes contra la población gay, lésbica o transexual. Pero todo sería más fácil con educación, dice ella, por eso quiere llegar al norte, a Estados Unidos, donde pueda tener un trabajo digno y estudiar. En Honduras la única opción que tiene es el trabajo sexual y no es lo que quiere. Sabe que se gana bien, pero quiere otras oportunidades en otros lugares donde la traten como lo que es; un ser humano.

“Aquí en la caravana nos protegemos, venimos en grupo. Ya vi unos homosexuales que andan por acá y nos vigilamos porque sabemos que sí es peligroso, pero es bien simple de explicar. Somos humanos, ¿no? Somos personas. Así como respeto yo que hay espacios para mujeres, porque las mujeres son humanos, y respeto los de los hombres, porque ellos también son humanos, así lo pedimos nosotras. Comemos, dormimos, caminamos, nos bañamos, somos personas. Y es respeto a las personas”

Quiere seguir platicando, pero sus amigas le llaman. Escucharon que hay una zona de la Ciudad de México llena de tiendas, restaurantes y bares LGBT+. Es la Zona Rosa, les digo, paso seguido por ahí. Me pregunta cómo llegar y les doy instrucciones. No traen dinero para comprar cosas, ni para comer, todo lo están ahorrando para el camino, pero quieren conocer el barrio. Quedan en cambiarse de ropa a algo más abrigador, porque estamos a unos 6°C, y ponen hora de salida. Se despiden y me agradecen “el trabajo”. Se refieren a los cuatro baños que instaló Oxfam México en el albergue para la comunidad LGBT que se encuentra migrando desde el 19 de octubre en el país.

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México

*Las cifras del observatorio mencionan 262 homicidios entre 2008 y 2017, pero se estima que el número podría ser mayor ya que son sólo los registrados en medios de comunicación. Se conocen otros casos que no han sido reportados por rechazo de las familias.