Llegó diciembre y para muchas personas el ánimo festivo no es sólo porque ya vienen las vacaciones, sino también porque, a decir de muchos periodistas, analistas y del sentir de muchas personas, estamos iniciando una nueva etapa que está haciendo historia y que, por donde se le vea, significa cambios para México.
Mucho se ha festejado, la gente ha expresado su esperanza y su deseo de que las cosas cambien, de que exista mayor justicia, igualdad y libertades democráticas.
No puedo evitar sumarme a estas expresiones positivas, pues todas y todos cargamos con hartazgos, con exigencias que encuentran cerrazón de las autoridades y ante las cuales no ha habido respuesta. Y cargamos también con aspiraciones para nuestras vidas y para nuestro país, muchas de ellas hasta ahora frustradas por gobiernos que, por decir lo menos, han sido ineficaces. No creo que nadie se posicione en contra de que México “avance”, lo que sea que eso signifique para cada quien.
También he reconocido el pulso de las opiniones negativas y escépticas, que manifiestan incertidumbre. Son opiniones y sentires que tienen mucha validez, y son dignas de escucha y consideración. Yo misma tengo dudas sobre algunos aspectos que nuestro nuevo presidente y el poder legislativo han planteado.
De lo que sí estoy segura es de que hacia atrás no volvemos, no podemos volver. No podemos regresar al pasmo, a esperar que el gobierno resuelva todas las problemáticas y sea la única voz cantante en las decisiones públicas. No podemos sólo esperar recibir beneficios sociales sin involucrarnos. Necesitamos adentrarnos a la vida pública con brío, con energía, con deseo y ánimo de participar, de debatir, de disentir y de generar entendimientos, con tolerancia y respeto. Sí, debemos participar y exigir, organizarnos, esforzarnos por generar y nutrir espacios de diálogo, decisión y acción. Sí, en canales dirigidos por el gobierno, pero también de forma independiente.
Si no lo hacemos, estaremos perdiendo la oportunidad no sólo de decidir y hacer que se escuchen nuestras voces que valen e importan, sino de contribuir al cambio de nuestra sociedad.
Al cerrar este año 2018, además de la algarabía y el festejo, del tiempo con la familia y las amistades, ojalá en nuestros propósitos para 2019 (y no sobra decir, al menos en los próximos seis años) en lo personal y como sociedad, nos propongamos ejercitar nuestra participación activa, y seamos personas constantes y comprometidas en ello.
No vale la queja si no hacemos de la participación ciudadana un medio para la transformación que tanto deseamos. Porque no podemos volver, ni un paso atrás.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México
Imagen principal tomada de https://www.animalpolitico.com/2018/12/cifras-1-diciembre-amlo/ el 5 de diciembre de 2018 a las 14:14 hrs
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