Diana Lilia Trevilla Espinal. Militante feminista, integrante de la Red de cuidados en México y de la Alianza de Mujeres en Agroecología AMA-AWA
La alimentación humana es una necesidad básica y constituye también un derecho de todas las personas.
A pesar del avance tecnológico y científico, no sólo ha crecido el número de personas que padecen hambre en el mundo, también los índices de desnutrición y malnutrición.
La organización actual de la alimentación es profundamente desigual. Las empresas trasnacionales concentran la riqueza, acaparan tierra, agua, semillas, insumos y fuerza de trabajo; influyendo así en las políticas alimentarias de los países. Además, deciden qué, cómo y dónde sembrar, los canales de distribución, consumo y precio.
Quienes mejor comen son las personas con mejor ingreso y no es casualidad que regularmente sean blancas, urbanas y de los países del Norte Global.
El modelo alimentario dominante es agroindustrial, es decir, se basa en la utilización de derivados del petróleo como la gasolina para la gran maquinaria, así como de fertilizantes, pesticidas y herbicidas de alta toxicidad, cuya producción y aplicación contribuye a la contaminación del suelo, el agua y el aire, la pérdida de biodiversidad y a la emisión de gases de efecto invernadero que potencian el cambio climático.
La agroecología, por su parte, es una propuesta que retoma los conocimientos de la agricultura campesina e indígena, junto con la interdisciplinariedad científica para crear sistemas alimentarios diversos, justos y sostenibles que garanticen la soberanía alimentaria. Desarrollando técnicas como el control biológico de plagas, la elaboración de fertilizantes naturales, el resguardo y mejoramiento de las semillas nativas, entre otros.
A grandes rasgos la propuesta contempla 3 esferas:
Las mujeres en la agroecología
En las últimas décadas, gracias a los movimientos de mujeres y feministas en el campo y en la ciudad, así como a los estudios de género, se han hecho cada vez más visibles los aportes de las mujeres a la agricultura, la alimentación y la agroecología:
-Son gestoras de los huertos y otros sistemas agroforestales, incluyendo la crianza y cuidado de animales domésticos (gallinas, vacas, borregos, cabras, cerdos, conejos, etc.).
-Son las principales abastecedoras de agua, leña y alimentos en las comunidades rurales.
-Se encargan del mejoramiento, recolección y resguardo de las semillas nativas.
-Realizan la limpia, preparación y cosecha del suelo para siembra del maíz, el frijol, la calabaza, el chile y los quelites.
-Conocen y enseñan el uso de plantas con fines medicinales y terapéuticos.
-Preservan y comparten recetas de comida ancestral y ceremonial en distintos territorios.
-Procuran la reproducción de las familias y comunidades a través del conjunto de trabajos que realizan en relación con la alimentación y la agricultura.
-Son las principales defensoras de los bienes comunes para asegurar la reproducción de la vida.
Por ello, para lograr sistemas alimentarios justos y sostenibles, es muy importante que las familias, organizaciones, movimientos e iniciativas agroecológicas en el campo y en la ciudad:
-Visibilicen la participación de las mujeres en todos los ámbitos: economía, política y cultura.
-Valoren el trabajo doméstico y de cuidados de cara a compartirlo y democratizarlo para reducir la carga de trabajo que actualmente es desigual.
-Cuestionen todas las relaciones de poder: género, clase, etnia, edad, lugar, orientación sexual, etc.
-Resignifiquen la alimentación y la soberanía alimentaria, poniendo al centro la vida y no la acumulación de ganancias.
-Se organicen desde y para las mujeres a través de espacios de formación y de participación política de las mujeres.
¡Sin feminismo no hay agroecología!
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México.
Crédito de las fotografías: Diana Lilia Trevilla Espinal