Los esfuerzos para eliminar la violencia contra mujeres y niñas se han centrado sobre todo en la atención y empoderamiento de las víctimas y sobrevivientes de violencia y, en menor medida, en la criminalización de los agresores.
El trabajo con hombres para transformar los patrones nocivos de masculinidad, se ha dejado de lado. ¿Cómo las intervenciones con hombres pueden contribuir a eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas?, ¿cuáles son las lecciones aprendidas?, ¿qué podemos hacer para terminar con las relaciones de poder desiguales respaldadas por los estereotipos de género?.
Para responder a estas preguntas Oxfam México, la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres y la Secretaría de Relaciones Exteriores organizaron el seminario “Las intervenciones con hombres adultos y jóvenes como estrategia para el combate a la violencia de género contra las mujeres y las niñas”.
Ana Pecova, directora de la asociación civil EQUIS Justicia para Mujeres y Fernando Mederos, investigador de Simmons College Graduate School of Social Work de Boston, se unieron a la conversación en la que participaron miembros de la academia, organizaciones de la sociedad civil, dependencias de gobierno y grupos feministas.
En cuanto al origen de la violencia contra las mujeres, ambos destacaron los estereotipos de género profundamente arraigados en nuestra sociedad: “mientras los hombres son los dominantes, los fuertes y los que mandan; las mujeres son las dominadas, las débiles y las que obedecen”.
Mederos además mencionó que un niño que vive violencia doméstica puede convertirse en un adulto abusivo y maltratador. Para muestra, presentó los resultados de un estudio exploratorio realizado con 38 hombres miembros de Grupos de Paternidad Responsable.
Entre los hallazgos refirió que la mayoría de los participantes había presenciado violencia doméstica en la infancia e incluso el 20 por ciento llegó a hacer planes para matar al agresor (padre, padrastro o novio de la madre).
Basado en su experiencia como facilitador con grupos de padres que han ejercido violencia doméstica, aseguró que es posible transformar las conductas violentas.
“A través del diálogo, sin juzgar, sin tildar al tipo de malo y tratándolo con respeto, se le ayuda a reflexionar sobre los efectos que sus conductas violentas tienen no sólo en sus parejas, sino también en sus hijos e hijas. Se les hace ver que están enseñando a sus hijas que el papel de las mujeres es soportar golpes y ser dominadas, y el 90 por ciento dice que no quiere eso para sus hijas así que entran en conflicto, empiezan a verse como el agente que perjudica y empiezan a hacerse responsables de su propio proceso de cambio”, señaló Mederos.
Pecova, por otro lado, reconoció el valor de las intervenciones con hombres agresores pero consideró que llegan demasiado tarde, cuando el acto de violencia ya fue efectuado.
“Para mí el acento debe estar en la prevención, tenemos que preguntarnos qué podemos cambiar todos y todas como sociedad para que no se dé esta violencia. Para nada creo que nos convenga decir que todas las mujeres son víctimas y todos los hombres son agresores, tenemos que ir rompiendo esos mitos y por eso digo que todos y todas tenemos que ser parte de la reeducación para ir eliminando los estereotipos de género”, apuntó.
Como representante de una organización que trabaja por el acceso a la justicia, Pecova también resaltó que la impunidad y la falta de seguimiento a los casos de violencia contra las mujeres es otro factor que contribuye a perpetuar las agresiones.
Además, consideró que en México no contamos con suficientes datos para comprender a profundidad y enfrentar la violencia contra las mujeres.
“Desde el movimiento feminista hemos ido repitiendo que siete mujeres mueren diario, pero no tenemos información sobre quiénes eran estas mujeres, dónde murieron, en qué condiciones. Pero donde tenemos un vacío total es en los datos sobre los agresores, no sabemos cómo actúan, por qué actúan así, quiénes son, qué sucedió en sus historias de vida que los llevó a ese punto”, cuestionó.
Y mientras tanto, ¿podemos hacer algo, hombres y mujeres, desde nuestra trinchera individual?, Mederos y Pecova coinciden en que cada paso que nos acerca a la equidad de género, nos aleja de la violencia.
Entonces cuestionemos ¿por qué las niñas deben usar falda y los niños pantalón para ir a la escuela?, ¿por qué la licencia de maternidad es más larga que la licencia de paternidad?, ¿por qué las mujeres deben cuidar a sus hermanos menores?, ¿por qué los hombres deben ser los proveedores?.
Cuestionemos CÓMO NUESTRA ESFERA DOMÉSTICA REPLICA DESIGUALDADES DE PODER Y DE CAPACIDAD, ABUSOS DE PODER E INCLUSO VIOLENCIA e impulsemos el cambio.