Para Ángel López Cisneros, habitante de la comunidad Manantial Mojarra en Guerrero, una tormenta puede significar perder su casa, su siembra y el sustento de su familia.
La comunidad en la que vive Ángel está conformada por alrededor de 470 personas que hablan la lengua amuzgo y en su mayoría se dedican a la agricultura.
En 2005, la tormenta tropical Eugene derribó varias casas de la localidad, entre ellas, la de Ángel.
“Cuando se cayó mi casa tuve que esperar a que pasara el tiempo de lluvias para empezar a arreglarla. Yo le sé a la albañilería, escarbé para sacar la piedra para los cimientos, emparejé, hice el adobe, todo. Empecé a arreglarla en enero y terminé en abril”, relata el hombre de 61 años.
Según datos del Sistema Nacional de Información Municipal, en el municipio de Xochistlahuaca, donde se ubica la comunidad Manantial Mojarra, 78 por ciento de las viviendas tiene paredes de madera o de adobe, la mayoría tiene dos o tres cuartos y son habitadas por 5 personas o más.
Además, de la población que trabaja, el 46 por ciento no tiene un ingreso propio porque colabora en la milpa familiar y el 32 por ciento gana apenas un salario mínimo al mes o menos.
Ángel, quien obtiene sus ingresos de la siembra de maíz, frijol y jamaica, considera que los desastres afectan más a las personas más pobres.
“Nos afectan más porque no tenemos recursos para construir casas fuertes, nuestras casas las hacemos nosotros con adobe y cuando llega la tormenta a veces las tira, entonces tenemos que irnos a vivir amontonados con familiares o vecinos mientras pasa la temporada de lluvias;
y luego los vientos son muy fuertes y tumban la milpa, entonces nos quedamos sin cosecha, es difícil porque hay poco dinero y lo tenemos que usar para arreglar la casa, lo bueno es que las tortillas no nos faltan, comemos aunque sea tortilla con sal, pero comemos”, explica.
La Alianza para la Reducción de Riesgos y Recuperación ante Desastres trabaja con personas como Ángel, fortaleciendo sus capacidades de organización y prevención para reducir sus riesgos y vulnerabilidades.
Ángel forma parte del Comité de Emergencias y Reducción de Riesgos de su comunidad, que tiene entre sus funciones identificar cuáles son los riesgos que conlleva un desastre como una tormenta, por ejemplo, pérdidas humanas, pérdida de cultivos y ganado, daños a casas y caminos, etcétera.
También han identificado quiénes son las autoridades y organizaciones indicadas para solicitar apoyo en caso de desastre como las autoridades municipales, protección civil, bomberos, Cruz Roja y organizaciones de la sociedad civil.
“Ya estamos más preparados, sabemos qué hacer para que la tormenta no nos afecte tanto, cómo buscar un espacio seguro, cómo pedir los apoyos, quiénes de la comunidad pueden ayudar a arreglar las casas dañadas. Y cuando llega la tormenta, el comité se reúne y le avisamos a la gente que va a llover varios días para que guarden sus pertenencias, sus documentos, sus telares y si su casa se empieza a dañar les decimos que se salgan, que no se arriesguen”, explica Ángel.
*Sobre la ALIANZA para la Reducción de Riesgos y Recuperación ante Desastres.
Surgió en marzo de 2014 con el objetivo de fortalecer la coordinación del sector privado y social de nuestro país en temas de reducción de riesgos, construcción de agentes de cambio y desarrollo comunitario en prevención ante desastres. Está conformada por las organizaciones: Ayuda en Acción México (AEA), Fomento Social Banamex, Oxfam México, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) – Programa de Manejo de Riesgos (PMR), World Vision México (WVM).
