Es difícil quizás entender lo que significa el término “piso pegajoso” cuando no has vivido en uno. Las mujeres, en las ciudades y en el campo, universitarias y con educación primaria, todas vivimos en ese piso pegajoso provocado por dobles y triples jornadas de trabajo. Desde hace casi un siglo las mujeres salimos al mercado laboral, ocupamos oficinas, tiendas y otros espacios públicos. En educación superior las mujeres nos graduamos en mayor proporción que los hombres[1]. Sin embargo, lo contrario no ha ocurrido: los hombres no han ocupado de la misma forma las cocinas y los otros espacios domésticos. Ni el Estado ni el mercado han hecho nada por ocuparse de esta corresponsabilidad social del cuidado. Es decir, que las mujeres seguimos siendo las principales responsables del trabajo doméstico (limpieza del hogar, comida) y del cuidado de las personas (no sólo los hijos, también los adultos mayores, las personas con discapacidad y las personas enfermas) lo que implica que hay un piso pegajoso que nos impide despegar.
En México, el INEGI calcula que las mujeres dedican 28.8 horas a la semana a cuidar a otras personas y al trabajo doméstico, mientras que los hombres dedican 12.6 horas[2]. Contando lo que hacemos en el hogar y el trabajo llamado “productivo” en el ámbito laboral, las mujeres trabajamos 16 horas más a la semana[3]. Este trabajo doméstico y de cuidado está poco valorado aunque es indispensable para la vida y la reproducción social. En términos económicos el INEGI calcula que representa el 20.5% del Producto Interno Bruto (PIB).[4]
Las mujeres dedican 28.8 hrs al trabajo doméstico y a cuidar a otras personas, mientras que los hombres sólo 12.6 hrs (INEGI).
Estas dobles y triples cargas de trabajo, unidas a salarios precarios y a la discriminación que viven las mujeres en el mercado de trabajo y que les impide subir en la escalera de ascensos (el techo de cristal), provocan que muchas mujeres no intenten tener un trabajo o renuncien a él en cualquier momento. Esta desigualdad estructural constituye sin duda violencia económica: no hay golpes, pero hay proyectos de vida truncados. Además, la violencia económica puede ser detonador o perpetuar otros tipos de violencia, especialmente la violencia doméstica.
La CEPAL señala que la autonomía de las mujeres tiene tres dimensiones: la autonomía física, la autonomía de toma de decisiones y la autonomía económica.[5] Es fundamental trabajar de manera coordinada en el logro de estos tres niveles de autonomía, lo que implica la erradicación de las violencias, incluida la violencia económica. En OXFAM México estamos convencidos que ello es sin duda parte fundamental de la lucha contra las desigualdades en este país. La pregunta es por dónde hacerlo y cómo empezar. No es suficiente pensar en nuevos programas sociales, aunque sin duda son importantes. Revalorar el trabajo doméstico y de cuidados, al mismo tiempo que se crean empleos mejor remunerados y mejores sistemas de seguridad social universales, implica repensar los sistemas económicos y modelos de desarrollo existentes. Es necesario pensar en una nueva revolución de carácter social y cultural, hay que re-imaginar el mundo, tenemos que seguir pensando que es posible.
Ximena Andión Ibáñez
Integrante del Consejo Directivo
OXFAM México
[1] Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), “Panorama de la Educación 2013: México. Disponible en: http://www.oecd.org/edu/Mexico_EAG2013%20Country%20note%20(ESP).pdf
[2] Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), “Encuesta Nacional de Uso del Tiempo 2014”. Disponible en: http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/encuestas/hogares/especiales/enut/enut2014/default.aspx
[3] Ibid.
[4] Ibid.
[5] Comisión Económica para América Latina y el Caribe, “El Estado frente a la autonomía de las mujeres”, LC/G.2540, 2012.
*Agradecemos las opiniones compartidas a través de FB y Twitter, de todas las personas que dialogaron con nuestra campaña en torno al Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres.
*Esta publicación refleja la opinión de Ximena Andión, Directora del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, presidenta del Consejo Directivo de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos e integrante del Consejo Directivo de Oxfam México.