Justo en la temporada de lluvias, Alpanocan se queda sin agua.
Ubicada a hora y media de distancia de la capital de Puebla, San Antonio Alpanocan es una pequeña comunidad de alrededor de 3 mil habitantes, que viven principalmente de la producción de aguacate, durazno, granada y chirimoya.
El equipo de Oxfam México llegó a este lugar luego de los sismos de septiembre de 2017 para evaluar los daños e implementar una respuesta a la emergencia.
Encontramos afectaciones en más de mil viviendas, pero además detectamos que las personas en Alpanocan no tienen garantizado el acceso a agua segura durante todo el año.
El agua que llega a la comunidad proviene de los manantiales Xantamalco y El Rodeo, cercanos al volcán Popocatépetl. El líquido fluye a través de 13 kilómetros de anchas mangueras que bordean los cerros y atraviesan barrancas hasta llegar a los cultivos y las casas.
El abasto es constante los primeros seis meses del año, pero a partir de julio llega la lluvia e irónicamente, también la escasez de agua.
Cada año, las tormentas provocan deslaves que bloquean o rompen las mangueras. Hasta 2015, las personas de la comunidad se organizaban en grupos para subir a los cerros y hacer las reparaciones necesarias.
“En aquella ocasión pasó un accidente, hubo un deslave y se nos taparon dos personas, perdieron la vida. Desde entonces ya no arriesgamos a la gente, esperamos a que pasen las lluvias para hacer las faenas”, nos explicó Humberto Morales, vecino de Alpanocan.
Esto implica que pueden pasar semanas enteras sin que el agua llegue a la comunidad, de hecho, los sismos de septiembre de 2017 provocaron derrumbes que dejaron a Alpanocan sin agua potable durante meses. Por eso es común ver los patios llenos de ollas, tinas y cubetas donde las personas recolectan el agua de lluvia que después utilizan para bañarse, cocinar e incluso para beber, sin ningún tipo de tratamiento.
Aunque la escasez de agua potable tiene consecuencias para toda la comunidad, las más afectadas son las mujeres, porque se asume que son ellas quienes deben realizar el trabajo de cuidados, que incluye entre otras actividades, las relacionadas con el aseo.
Floriana Morales, una vecina de Alpanocan que a sus más de 70 años sigue elaborando pan y vendiendo fruta, nos ayudó a comprender lo que significa para ella abrir la llave y que no salga agua.
“Llenamos cubetas con nuestros trastes o nos llevamos costales con la ropa sucia y nos vamos a lavar al río. Son como 40 minutos de subida y de bajada como 20 minutos. Está alto, tiene uno que ir bajando con mucho cuidado porque el camino está feo”, nos contó.
Para contribuir a resolver este problema, Oxfam México, Isla Urbana y TECHO México trabajan en equipo instalando 69 sistemas de captación de lluvia en Puebla.
Así es como funcionan los sistemas: en el borde del techo de la casa, se colocan canaletas que dirigen el agua de lluvia hacia un tubo que la lleva hasta el Tlaloque 40, un dispositivo diseñado por Isla Urbana que retiene el agua con tierra y desechos del techo de la casa, y deja pasar sólo agua limpia hacia un tinaco. El agua almacenada se puede utilizar para actividades cotidianas como bañarse, lavar la ropa y los trastes; y una vez que pasa por un filtro, se puede usar para cocinar y para beber, sin riesgos para la salud.
Los sistemas se están instalando en las viviendas temporales que TECHO México construyó en Alpanocan con el apoyo de decenas de personas voluntarias de la comunidad, y una vez que se termine la reconstrucción de las casas, los sistemas serán trasladados a las viviendas permanentes para que las personas tengan garantizado el acceso a agua segura y se vean obligadas a arriesgarse en las faenas de reparación.
Han pasado 10 meses de los sismos de septiembre de 2017 y la reconstrucción aún está en marcha, personas como Humberto y Floriana están trabajando para recuperarse del desastre que afectó gravemente a las comunidades más vulnerables. Oxfam México, Isla Urbana y TECHO México, seguiremos trabajando de la mano con ellas.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México