Hoy nuestro país vive un momento sin igual: un gobierno distinto a PRI y al PAN gobernará por primera vez en la historia. Era esperable que un momento así causara un cisma en la sociedad mexicana. Será el primer gobierno de mayoría luego de décadas. El futuro jefe de la más elevada magistratura del país ha llamado a la reconciliación. Se sabe polémico, para bien y para mal. Debe generar la confianza suficiente que le permita la gobernabilidad de una nación dividida en torno a su persona, en medio de una de las mayores tragedias humanitarias de violencia y pobreza que hayamos experimentado. ¿Qué significa, entonces, reconciliarnos como nación?
La reconciliación empieza en el servicio público. La austeridad propuesta por el ganador de la elección ha trastocado muchos intereses y preocupado a distintas personas. Por ejemplo, las aseguradoras que ante la precarización laboral de la planta gubernamental, ofrecían sus servicios en sustitución de una seguridad social integral. Una propuesta de ajuste debe tener objetivos claros y medir los alcances de esas decisiones, pero la reconciliación responde también a cambiar la percepción de la gente: en tanto el gobierno obtenga mejores resultados, se dignificará al servidor público, hoy tan atacado por la responsabilidad de altos funcionarios que tomaron pésimas decisiones. Sólo así podrán venir tiempos mejores. Tiempos de insistir en que la justicia distributiva y fiscal sólo es posible si los más ricos de este país pagan más impuestos.
La reconciliación es el eje articulador de la propuesta de amnistía. La ministra en retiro, senadora electa y propuesta para encabezar los trabajos en la Secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ha mencionado diversos casos en los que se puede aplicar dicha norma. La primera percepción de que las cosas mejoran, está en la seguridad y en la generación de empleos. Se busca atacar ambos problemas, por un lado, empleando a jóvenes y, por otro, ofreciendo caminos distintos a militarizar zonas enteras para terminar con la violencia, estrategia por demás fallida.
Es un reto enorme que requiere participación activa y crítica de la sociedad, vigilancia en el cumplimiento para evitar la discrecionalidad e impunidad. Reconciliación es que las víctimas de la violencia accedan a su principal derecho: la verdad. Vivos se los llevaron, vivos los queremos.
Reconciliación es entender que la etapa de las campañas ha concluido y que tenemos el derecho de confiar o no en el próximo presidente y en sus políticas públicas. Quienes resultaron victoriosos, deben enviar señales de que esta avasallante mayoría es para llevar a cabo un proyecto político que estará en evaluación permanente, y que sabrán escuchar, atender consejos y resolver demandas.
Como veracruzano, espero ver nuevamente la alegría de mi gente en las calles, las puertas abiertas, niños y niñas jugando en la acera. Que se acabe esta violencia atroz que nos quitó la identidad, la confianza y la alegría de nuestros rostros.
Pongamos fin a todo tipo de desigualdad, para así encontrar la reconciliación.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México
Imagen principal tomada de https://sites.google.com/site/nelsonmandelatherealization/winning-agaianst-apartheid el 19 de julio de 2018 a las 19:11 hrs
Imagen miniatura tomada de http://www.asianews.it/noticias-es/Sri-Lanka,-l%C3%ADderes-religiosos:-Aprendamos-de-Mandela-el-perd%C3%B3n-y-la-reconciliaci%C3%B3n-29824.html el 18 de julio de 2018 a las 11:41 hrs