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Para comprender mejor, acompáñenme a ver esta triste historia:
En un pueblo de Guerrero, me parece que fue durante el Huracán Paulina, a mediados de los noventa, la señora más rica de la comunidad quiso aportar algo para las rescatistas y voluntarias que llevaban muchas horas ayudando a reconstruir techos, levantar puertas y rescatar vidas humanas.
La señora de recursos varios, indicó a tres mujeres que trabajaban en su casa que hicieran tremendas ollas de sopa para así poner su granito de arena. Hicieron dos ollas de sopa, de esas industriales. Cuentan que la sopa olía riquísimo y a todo el mundo antojaba. La señora pidió a sus ayudantes que la entregaran a las personas que estaban organizando el rescate y reconstrucción en la zona.
Aquí viene la parte triste y catastrófica: las voluntarias apreciaron muchísimo aquel regalo pero no tenían modo de disfrutar la sopa porque no había platos ni cucharas, no había cucharones para servirla y tampoco había más personas que pudieran llevar esta comida hasta la zona de desastre –donde estaban trabajando las voluntarias-. Entonces, lamentablemente estas dos ollas gigantes de exquisita sopa hecha con el más profundo de los amores, se quedó arrumbada y se echó a perder todita. Pensar en esto me duele.
Volvamos entonces, ¿es mejor donar dinero que en especie? Quizá ésta sea la pregunta más recurrente cuando nos enfrentamos a una emergencia, y aquí estamos para seguirla respondiendo cada vez y las veces que sea necesario, con tal de facilitar la información para que esa ayuda llegue.
Donar en especie encarece el proceso de abastecimiento, lo vuelve poco eficiente y se presta para el desvío y politización de recursos humanos y económicos. Estos recursos podrían aprovecharse en otras necesidades de manera más eficiente y benéfica para la población afectada en el corto, mediano y largo plazo.
Hacer donativos en especie no ayuda a cubrir las necesidades específicas de todas las personas, no provee lo que verdaderamente necesitan (enviamos comida cuando necesitan pañales o medicamentos en lugar de colchonetas, por decir algo) y no ayuda en nada a reactivar la economía local, lo que también hace mucha falta en situación de desastre; es decir, llevar dinero y gastarlo en la comunidad para que el panadero pueda seguir haciendo pan, el zapatero haga zapatos y así cada quién su oficio.
Donar en especie implica gastos extra enormes para transportación de los productos recibidos, salarios de las personas que transportan los víveres (no todas son voluntarias), costo de carreteras, imprevistos (sobretodo en situaciones de emergencia como huracanes o terremotos) y viáticos, gasolinas y así como el riesgo imperante de que lo que se reciba esté caducado o en malas condiciones.
Además de esto hay que considerar que estos víveres difícilmente llegan a las comunidades más lejanas o incomunicadas debido a la poca infraestructura carretera que –además- pudo haber sido dañada, y es ahí donde generalmente se halla la gente más pobre, la que más necesita de la solidaridad de otras. Sobra decir que la mayoría de asociaciones que reciben este tipo de donativos, después tienen que batallar por ver de dónde sacar recursos económicos y humanos para llevar esto a tiempo y que cumpla su función primordial, sin mencionar la logística para realizar las entregas a quienes realmente lo necesitan.
¿La solución?
Dar dinero y dejar que las expertas en campo -que saben qué es exactamente lo que se necesita- se organicen, administren y actúen, en vez de ver cómo se las arreglan con lo que va llegando.
Con los recursos ahorrados (humanos, económicos y logísticos) y los obtenidos por las donaciones de dinero, se pueden atender otras necesidades muy específicas como implementación de sistemas de agua segura y saneamiento, hospitales temporales que brinden atención a las más personas más vulnerables, la compra de medicamentos específicos para personas con enfermedades y/o tratamientos no comunes, prevención de enfermedades como cólera o aquellas transmitidas por mosquitos, la reconstrucción de tuberías, etcétera.
Además de esto, el costo por donar dinero es igual o más bajo que el de donar en especie, gastarás lo mismo al comprar esos productos en el supermercado que solo haciendo una transferencia de dinero desde tu hogar.
Por si fuera poco, cuando ocurre una catástrofe, inmediatamente los que estamos lejos quitamos todo el poder y capacidad de decidir por sí mismos a quienes están en el lugar del desastre. Decidimos qué es lo que necesitan y se los enviamos, cuando lo mejor sería poder enviar dinero y dejar que ellas decidan cómo gastarlo, sin duda cada familia tendrá decisiones diferentes que priorizar y no, ya sé que lo pensaron, estadísticamente hemos comprobado que no malgastan este dinero en productos como alcohol o tabaco. Algunas asociaciones trabajamos con transferencias monetarias y dependiendo cada emergencia, activamos este mecanismo.
Si decides ayudar haciendo algún donativo, cualquier forma de hacerlo es muy buena.
Pero si quieres optimizar tu donativo, tener certeza de que se utilizará de la mejor forma posible en emergencia y además comprobar ese gasto a través de la rendición de cuentas de tu ONG favorita como yo, entonces dona a Oxfam México.
😉