Los desastres no nos afectan a todxs por igual.
16 de agosto de 2017.- Las lluvias del 28 de junio de 2017 en la Ciudad de México causaron daños en la delegación Miguel Hidalgo, la cual tiene uno de los Índices de Desarrollo Humano (IDH) más altos del país (0.880 en 2014). El drenaje colapsó, provocando severas inundaciones en centros comerciales y viviendas. Y aunque las afectaciones no fueron menores, lxs habitantes de esta delegación asumieron la pérdida de sus automóviles y otros bienes, que podrán recuperar luego de algunos meses de trabajo o mediante las indemnizaciones de los seguros.
Un caso muy distinto es el de comunidades del municipio de Cochoapa el Grande, que tiene el IDH más bajo del país (0.362 en 2014) similar al de países como Liberia y Guinea-Bissau. Una lluvia intensa en esta zona no generará grandes pérdidas económicas porque ni siquiera existe infraestructura o servicios públicos que puedan ser dañados. Sin embargo, las condiciones de las viviendas implican que los daños serán más estructurales: el acceso al agua, que no suele ser fácil, se dificultará aún más porque ahora está contaminada, lo que a su vez incrementa las enfermedades en comunidades donde no hay centros de salud ni médicos, así que las familias incurren en gastos adicionales para llegar a un hospital luego de viajar largas distancias.
Todo esto, al tiempo que las personas afectadas también pierden sus medios de vida -y por lo tanto su ingreso- pues la lluvia daña los cultivos y el ganado muere o se enferma por las inundaciones. La situación de pobreza aumenta y las personas quedan más vulnerables ante futuras emergencias; particularmente las mujeres, las niñas y los niños, quienes sufren mayor discriminación.
Es urgente construir una cultura de prevención, pero también lo es abordar las condiciones de desigualdad que provocan que para unas personas una lluvia signifique la pérdida de su patrimonio y, para otras, la imposibilidad de ejercer sus derechos más elementales.
El gobierno mexicano debe incrementar la inversión para crear capacidades comunitarias para la prevención y garantizar que la respuesta ante un desastre no genere más riesgos ni reproduzca las condiciones de vulnerabilidad de las personas afectadas.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México
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