Andrea E. García, politóloga y Mateo Crossa Niell, latinoamericanista. Consultoría sobre precariedad laboral para Oxfam México
20 de abril del 2020.- La expansión mundial de la enfermedad COVID-19 ha mostrado al mundo las precarias condiciones que enfrentan millones de personas trabajadoras. Mientras a una pequeña parte de la población se le asigna continuar con sus labores en casa (home-office), el grueso de la humanidad enfrenta a la pandemia entre el desempleo, la caída salarial y la subsistencia del día a día. En este oscuro escenario parece haber únicamente dos opciones: despidos masivos, con la consecuente falta de ingresos para alimentos y servicios básicos, o la continuidad del empleo bajo el alto riesgo del contagio y precariedad laboral. Cualquiera de las dos opciones orilla a las personas, a sus familias y sus comunidades a debatirse entre la vida y la muerte.
En diferentes países del mundo se ha autorizado el funcionamiento únicamente de actividades económicas esenciales como parte de las medidas sanitarias y algunos grandes almacenes han acatado las indicaciones gubernamentales de cerrar operaciones en tiendas físicas, pero a la vez promueven con especial interés el consumo a través de sus canales electrónicos.
Si hablamos de comercio electrónico, México aún no alcanza niveles de mercados como los de Estados Unidos o China, sin embargo, se ha posicionado como uno de los más grandes en América Latina. Según un informe de Tendencias de Medios de Pago en 2017 publicado por Indra, México superó por primera vez a Brasil en ventas online dentro del comercio electrónico minorista. Las tiendas más visitadas en el país para hacer compras digitales son: MercadoLibre, Walmart, Liverpool y Amazon. En estos días de crisis por el coronavirus, cientos de pequeñas y microempresas están teniendo dificultades para sobrevivir, mientras gigantes del comercio electrónico se alimentan de sus clientes.
El consumo por canales digitales emplea a cientos de miles de personas trabajadoras en una cadena de suministro que les invisibiliza casi por completo, pero siguen ahí, operando las grandes bodegas de almacenamiento, registrando, empacando y acomodando, o bien clasificando, repartiendo y entregando hasta la puerta de tu casa. Laboran para empresas que cotizan con las ganancias más elevadas del mundo y que en su mayoría dejan entrever el absoluto desinterés que tienen por la integridad de las personas trabajadoras que generan sus ganancias, exponiéndoles a escenarios límite que ponen su vida contra la pared, dada la falta de seguridad y de medidas de protección que garanticen su integridad física.
Miles de personas están trabajando ahora mismo en la industria de bodegas y reparto en condiciones de inseguridad sanitaria y precariedad laboral. Mientras navegamos por los aparadores virtuales de empresas como Amazon, hay personas que se encuentra trabajando en bodegas de almacenamiento localizadas al norte de la Ciudad de México, y lo han hecho siempre en condiciones altamente precarias, subcontratadas por agencias de reclutamiento, con bajos salarios condicionados a la producción, jornadas de 12 horas, sin horario de comida, prestaciones básicas y contratos temporales hasta por tan sólo 1 mes de trabajo. Esta violencia laboral que ha existido siempre sólo viene a exhibirse con mayor crueldad ahora bajo las condiciones de emergencia sanitaria por las que está atravesando México y el mundo.
En días recientes, Amazon ha anunciado la expansión de sus servicios y la contratación de 100 mil personas trabajadoras para soportar la demanda de consumo que se ha incrementado ahora con el llamado de “Quédate en casa”, al cual no puede acceder este otro sector de la población. Personas trabajadoras de bodegas de esta empresa en Italia, España y Nueva York han denunciado los peligros de contagio en su actividad, exigiendo respeto a sus derechos e integridad y salud en el trabajo.
¿Cómo nos solidarizamos en México? ¿Es el comercio electrónico una actividad esencial que no puede parar? Las empresas deben permitir que las personas trabajadoras se resguarden en sus hogares garantizándoles el pago seguro e íntegro del salario y quienes consumimos tenemos un papel esencial para demandarlo ante la omisión de las autoridades laborales y de salud.
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