Diana Lilia Trevilla Espinal
Feminista y agroecóloga. Integrante de la Red de Cuidados en México
El 8 de marzo se ha vuelto un emblema de lucha de las mujeres. Desde 2017 se ha convocado a una huelga feminista internacional donde participan mujeres tanto de las ciudades como de las comunidades rurales en al menos 60 países.
El objetivo común es movilizarse para denunciar las distintas formas de violencia sistémica que vivimos desde el espacio más íntimo, hasta el despojo de lo común y de la autonomía en nuestros territorios. A su vez, ha cobrado fuerza la demanda por el reconocimiento de todo el trabajo que realizamos y que contribuye a la economía, no solo en el aspecto productivo y remunerado, sino también el trabajo doméstico y de cuidados, pieza clave para la reproducción de cualquier sociedad.
¿Qué hay detrás de un paro?
Paradójicamente, la organización del paro alrededor del mundo implica mucho trabajo que se traduce en actividades para hacer visibles las luchas y demandas de distintos colectivos feministas en defensa de la vida y los derechos de las mujeres. En cada lugar donde hay marchas suceden también jornadas informativas, rodadas, ferias por los derechos, manifestaciones públicas en defensa de la tierra y los bienes naturales, ruedas de prensa; eventos públicos que implican para nosotras poner el cuerpo, el tiempo y toda la energía vital y creativa.
Esto me ha llevado a pensar y a discutir en nuestros espacios de participación y formación feminista que, sin duda, parando seguimos trabajando para cuidar de nosotras y que hacemos del cuidado de la vida un asunto colectivo y lo politizamos. A su vez, que cada una de estas acciones favorece la reconstrucción del tejido social y fortalece los sentidos comunitarios.
No obstante, el trabajo que se hace rumbo al #8M desde cada camino, lugar y ritmo, se convierte también en una experiencia de gozo y de satisfacción porque nos permite afirmarnos como actoras, como protagonistas y nos hace sentir fuerza y ánimos para seguir avanzando. Implica diálogo, escucha, reconocimiento e incluso potenciación de capacidades políticas y artísticas -desde la poética para las consignas y la música para la batucada, hasta la pintura para las cartulinas, esténciles y mantas-.
No negamos el cansancio que llevamos sobre nuestros cuerpos a causa de este sistema que potencia las desigualdades, pero también seguimos transformando en creatividad la indignación rabia y exigencia.
Seguimos convirtiendo las calles, los foros, las plazas, los salones, los campos e incluso nuestras propias casas; en espacios para reunir el coraje y el miedo para gritar que nosotras estamos aquí, y que trabajamos juntas para sembrar mundos nuevos.
El paro es una acción-proceso que nos hace encontrarnos, movilizarnos, escucharnos para tejernos y que sí, también en el #8M trabajamos, pero no para producir para el sistema, sino para reproducir y seguir cuidando la vida nuestra, de los territorios y de la tierra.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México