Mi tía Pamen fue la mayor de ocho hermanos. Siempre le interesó la educación y el desarrollo de niñas y niños, fundó un kinder donde además era maestra y como era común en la época, contaba ya con varios pretendientes para contraer matrimonio. No obstante, cuando su hermano más chico cumplió dos años y ella 22, su padre murió de un ataque al corazón y eso cambió todos sus planes. Al ser la mayor y mujer, eliminó cualquier idea de casarse para así ocuparse de sus hermanos más pequeños. Pocos años después, cuando mi abuela enfermó, también tuvo que dejar el kinder para ahora además, dedicarse al cuidado de su madre.
Mi tía al no trabajar ni estudiar, caía en el grupo de personas jóvenes que hoy despectivamente se conoce como “ninis”. Si viviera hoy, por su condición la tacharían de floja y delincuente sin siquiera conocer su historia ni perfil. No obstante, la historia de mi tía no es una que haya quedado en el pasado, pues representa la realidad actual de miles de mujeres mexicanas.Una investigación reciente del CEEY, resume el panorama bastante bien: ocho de cada 10 “ninis” en México son mujeres y no están ociosas, trabajan pero sin paga.
No obstante, cuando en enero de este año comenzó la inscripción al programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”, el cual pretende dar a 2.6 millones de “ninis” una beca de entre, 2 mil 400 a 3 mil 600 pesos al mes, inició también un gran tema de polémica social pues no se considera “justo” que se “regale” dinero a personas que han demostrado “no ser buenas para nada”. La polémica surgida en México lleva por lo tanto a la necesidad eliminar los mitos que rodean a estas personas jóvenes.
El trabajo realizado en los hogares limpiando, cocinando, lavando y cuidando a las personas (el trabajo de cuidados) es esencial para el funcionamiento de cualquier economía. No obstante, suele no tener paga, es invisibilizado y encomendado a las mujeres casi por regla natural. En México, las mujeres dedican 25 horas más que los hombres cada semana, a las actividades no remuneradas. Independientemente de cuál es su nivel de estudios, de si tienen un trabajo remunerado y de las horas que dedican a éste, de si hay niñas o niños en casa y del salario que reciban; las mujeres realizan mucho más trabajo de cuidados que los hombres, sólo por el hecho de ser mujeres.
El trabajo de cuidados representa por lo tanto una carga extra para éstas jóvenes, que termina condicionando su acceso al mercado laboral, limita su desarrollo profesional, sus posibilidades de estudio, genera brechas salariales y las hace más propensas a las pobreza. Por poner un ejemplo, mientras 9 de cada 10 jóvenes que estudian y trabajan aspiran a tener educación superior, esta proporción se reduce a sólo 6 de cada 10 entre LAS “ninis”. De manera similar, el salario al que aspiran estas mujeres es aproximadamente 20% más bajo en comparación con otros jóvenes de igual nivel educativo.
Es cierto que el programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” dista de tener un enfoque de género que tome en cuenta el perfil aquí expuesto. El propósito de este escrito no es analizar la posible efectividad del mismo, sino eliminar los mitos que rodean a estas jóvenes, que por normas sociales han sido encomendadas a jornadas de trabajo invisibilizadas, sin paga, a costa de su desarrollo personal y profesional, y que encima son tachadas de flojas y delincuentes.
En todas nuestras familias hay una tía Pamen, se trata de nuestras hermanas, primas, madres y abuelas. Al pensar en estas personas, ¿seguirían creyendo que es un desperdicio pagarles por todo su trabajo?
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México