Cuando no es a la hija, es a la hermana, a la abuela, a la madre; pero siempre es necesario cuidar, e incluso cuidarnos entre quienes cuidamos. Generalmente nos mantenemos sanas durante el proceso de cuidar a las demás, y cuando esas personas han sanado, es cuando caemos enfermas. Es probable que la psique nos ayude a mantenernos sanas hasta que consideramos que aquellas a quienes cuidamos están fuera de peligro, o bien porque sabemos que si nosotras no cuidamos, no habrá alguien más que lo haga.
Son muy raros los casos en que las personas cuidadoras hacen una pausa en sus actividades para cuidarse a sí mismas. ¿Hasta qué punto está arraigada en nuestras mentes la idea de que no hay otra manera de hacer las cosas? ¿Qué tanto es (tristemente) cierta esta idea? ¿Por qué pensamos que cuidar hasta el agotamiento, hasta poner en riesgo la propia estabilidad física y emocional, es la mejor y quizá la única forma de cuidar y a través de esto demostrar el amor? ¿Qué relación tiene esto con nuestra cultura y, sobre todo, con el hecho de ser mujeres?
Aunque así se ha asumido por mucho tiempo, el trabajo de cuidado no es un tema exclusivo de las mujeres, y tampoco es un tema que deba resolverse en el ámbito privado.
En Uruguay existe un sistema nacional de cuidados respaldado por el gobierno federal, que integra a las personas desde el nacimiento hasta la senectud. Es un modelo para el resto de nuestros países. Se mira al cuidado como un derecho pero también como una función social que llevan a cabo las personas cuidadoras. Me parece un acierto del gobierno y la sociedad civil uruguayas que desde la planeación se reconozca la importancia de las personas cuidadoras y se les considere un pilar del sistema. Se trata de un paso muy firme en el reconocimiento de las necesidades de las personas que cuidan y el inicio del camino para proveerles, a su vez, de servicios y condiciones de trabajo dignas.
Las organizaciones sociales colocaron el tema de los cuidados en la agenda pública, el gobierno lo tomó y se materializó a manera de política prioritaria bajo la idea de “pasar de la lógica de los servicios, a la lógica de las personas”.
Fue necesario crear un amplio sistema de capacitaciones alterno, cuyo enfoque y especialización se define en función del rango de población a la cual irán dirigidos los cuidados: primera infancia (cero a tres años) y personas en situación de dependencia (personas con discapacidad y personas mayores). La dinámica de trabajo es menos estresante cuando se sabe con exactitud qué hacer y cómo hacerlo; la capacitación para el trabajo es primordial.
En la Ciudad de México estamos en el camino de replicar esa experiencia exitosa y adaptarla a nuestras necesidades y posibilidades. También hemos sido las organizaciones de la sociedad civil quienes impulsamos el tema. Existe ya una propuesta de creación del sistema de cuidados de la Ciudad de México y su marco normativo. El problema es que esta propuesta fue hecha al margen de las organizaciones de la sociedad civil que trabajan el tema desde hace tiempo, y su elaboración fue encomendada a académicos, cuya participación en este proceso era su primer contacto con el tema.
Está en nuestras manos como organizaciones de la sociedad civil la minuciosa revisión de la propuesta. Desde Oxfam México, trabajamos en conjunto con la Red de Cuidados en México en esa revisión. Nuestro desafío es mantener la esencia de las necesidades primordiales de este sistema, y asegurarnos de que la atención a las personas que cuidan esté también contemplada; que se les reconozca como lo que son: el pilar de cualquier sistema de cuidados.
Por fortuna, a la par de estas actividades, las cosas están cambiando, tanto al interior de los hogares como en algunos espacios de trabajo, los hombres que llevan a sus hijxs a las escuelas y guarderías, y las licencias de paternidad para los trabajadores del gobierno, son dos ejemplos.
Existen formas de cuidar diferentes a las que conocemos, en las que el componente emocional tiene una presencia más sana en la relación que se establece entre quien cuida y quien recibe los cuidados. Formas en las que se reconoce y se incentiva la labor que se presta. Y hacia allá estamos caminando.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México