Con información de la doctora María Fernanda González Medina (instagram: dra.mafergastropedia), pediatra especialista en gastroenterología y nutrición pediátrica.
Las niñas y niños de la Caravana Centroamericana saben lo que les espera. En los medios hemos visto sus declaraciones respecto al miedo que tienen a cruzar por México. Y a pesar de eso, resulta mejor opción que quedarse en su país.
Una de las mayores amenazas a las que se enfrentan es la desprotección por parte de las autoridades mexicanas en caso de violaciones a sus derechos humanos; si tienen miedo es porque saben que nadie les garantiza que las autoridades mexicanas harán algo para evitar los abusos que enfrentan en su tránsito y, menos aún, les apoyarán a llegar a salvo a la frontera con Estados Unidos.
Las niñas y niños encaran numerosos riesgos de salud al cruzar el país como deshidratación, desnutrición, hipotermia, hipoglucemia e infecciones gastrointestinales. También sufren enfermedades respiratorias y del sistema nervioso central, dermatológicas y contracturas musculares por los largos recorridos y las condiciones de los lugares donde se refugian.
Tanto niñas como niños son víctimas de violencia física y sexual al no contar con espacios seguros de descanso, y presentan cuadros de depresión, estrés y ansiedad. Las niñas son más propensas a infecciones genito-urinarias y a golpes de calor. Estos factores generan retrasos en el neurodesarrollo y ponen en peligro su vida y su futuro.
Si van acompañados por sus madres, el panorama no mejora mucho. Las mujeres que viajan con sus bebés sufren deshidratación, hipoglucemia y desnutrición, al contar con un acceso restringido a alimentos y están expuestas a desequilibrio hidroelectrolítico, es decir, pierden tantos nutrientes a través del sudor que pueden tener desde calambres hasta paro cardíaco o incluso una parálisis intestinal. Todas estas son situaciones que, con sólo un poco de atención de las autoridades migratorias mexicanas, podrían evitarse.
Y claro, la violencia. No es secreto para nadie, aunque poco se quiera hablar al respecto, que las niñas, niños y mujeres son blanco fácil de grupos del crimen organizado, trata, abuso y explotación sexual. Parece inverosímil que alguien, por voluntad propia, decida arriesgarse a sufrir cualquiera de las condiciones anteriores con tal de llegar a un país donde enfrentará discriminación, exclusión e incertidumbre.
Resulta aún más difícil de creer que esos riesgos sean mejor opción que quedarse en casa. Pero es real, las condiciones de pobreza, desigualdad y violencia que se viven en el triángulo norte de Centroamérica – Honduras, Guatemala y El Salvador- son tan graves y difíciles que para esas niñas, niños y mujeres embarazadas es “mejor” apostar por encontrar un futuro mejor que quedarse en sus lugares de origen, donde ya se saben condenadas a no contar con una sola oportunidad de vida, ya no hablemos del futuro, ni siquiera en el presente.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México