A Jesús Vasquez, por sus 30 años de vida en diversidad y amor.
Cuando uno se dedica al activismo, se escuchan muchos mitos. Uno de ellos es que marchar no sirve de nada.
Una cosa que logran las movilizaciones es visibilizar grupos sociales y sus demandas. Para el movimiento LGBTTTIQ+ esto ha sido fundamental. Desde hace décadas, se ha argumentado que no son necesarias políticas públicas para la diversidad sexual, pues se niega su existencia. Durante este mes, se han llevado a cabo decenas de marchas en diversas ciudades del país, y esto lanza un poderoso mensaje: hay personas de la diversidad sexual en cada rincón de México dispuestas a ejercer su poder de acción para combatir reglas injustas de poder que les niegan derechos humanos básicos.
También se dice que marchar es inútil porque las autoridades nunca hacen caso de las demandas de los movimientos sociales o que las marchas están llenas de personas acarreadas. Nuestra tradición política está marcada por el rito del partido único donde las diferentes fuerzas formales mostraban “el músculo” para ser beneficiarios, reconocidos y apoyados por el gobierno en turno. Es cierto, eso sigue existiendo; y debemos tomar el reto de trascender estas prácticas clientelares, renovar las formas de participación, así como aprender a reconocer el valor de una protesta, sin importar el número de personas o el peso político, sino la validez de sus demandas. La movilización social es una de las principales herramientas de cambio que tiene la sociedad mexicana.
Se puede pensar que marchar es inútil porque no se producen cambios reales en un corto plazo. Las transformaciones sociales son de manera gradual, paso a paso. Hace 10 años no existían matrimonios igualitarios en México; en febrero de este año, la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió jurisprudencia que dicta que es un acto de discriminación que las constituciones locales excluyan a parejas del mismo sexo que buscan contraer matrimonio. Y aunque hay estados en franco desacato, hoy en 20 entidades es reconocido el matrimonio igualitario. También fueron las personas de la diversidad sexual, quienes hablaron en México del VIH por primera vez y de cómo prevenir infecciones. Gracias a su lucha, hoy existen programas destinados a prevenir y tratar esta enfermedad. Son logros que no se pueden explicar sin la ardua labor de miles de personas dispuestas a luchar por sus derechos.
Finalmente, no debemos dejar de pensar en el factor humano; las marchas son espacios de encuentro, organización, resistencia, resiliencia y catarsis. Cada año que Oxfam México participa en la marcha del Orgullo y en otras, recibimos correos llenos de inspiración: personas jóvenes que saldrán del closet, familias lesbomaternales que encuentran un espacio para activarse, personas que pierden el miedo, se auto afirman y se activan por sus derechos.
Marchamos por todas aquellas personas que aún les cuesta dar ese salto, que siguen invisibilizadas, que temen el costo que implica decir quiénes son. Marchamos para que nos vean, gritamos para que nos escuchen decirles que el amor es amor y que la diversidad combate a la desigualdad.
No están solxs.
Fotos tomadas de Estudio Ambulante, https://www.facebook.com/estudioambulantemx/ última revisión 27/06/2018 16:45 hrs