María de los Ángeles, Josefina e Irma son tres mujeres indígenas zapotecas que participan activamente en la lucha por la defensa del agua en los Valles Centrales de Oaxaca.
Con su trabajo y sus conocimientos, hacen valer los derechos de su pueblo y contribuyen a que la voz de las mujeres indígenas resuene no sólo en sus comunidades, sino también en los espacios institucionales de toma de decisiones.
María de los Ángeles Santiago vive en San Antonino Castillo Velasco, comunidad que, tras la sequía que asoló a la región en 2005, se organizó para construir obras de captación de agua de lluvia para recargar el acuífero.
Gracias a este trabajo comunitario que se ha llevado a cabo durante 11 años, María de los Ángeles hoy dispone de agua de pozo para regar sus árboles, sin embargo, existe un Decreto de Veda de agua subterránea que le impide aprovechar libremente este recurso.
Por eso se integró a la Coordinadora de Pueblos Unidos por el Cuidado y Defensa del Agua (COPUDA) que, a través de un proceso de consulta a los pueblos indígenas, está pidiendo a la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) que modifique el Decreto de Veda.
“Lo que hemos aprendido aquí en la organización es a reconocer cuáles son nuestros derechos.»
“Nosotros decíamos que el agua es nuestra porque siempre la hemos tenido, pero no sabíamos que es nuestro derecho tener agua, no sabíamos que, por no tener agua y al morirse nuestras plantas, se está violentando también el derecho a la alimentación, que van juntos”, explica.
Para María de los Ángeles, la participación de las mujeres en el proceso de consulta indígena es fundamental.
“Hay muchas compañeras que siguen calladas, pero hay que romper con eso porque si desde el rincón nos seguimos quejando, así no vamos a poder hacer nada. Si no es por la gente, que sea por nosotras mismas”, invita.
Josefina Santiago también respalda el reclamo de la COPUDA porque considera que las concesiones emitidas por CONAGUA favorecen a la industria y son injustas para lxs agricultorxs.
“Las concesiones son un medio para privatizar el agua y dársela al que tiene más dinero, por eso me sumé a esto»
“Para pedirle al Estado que nos deje usar nuestra agua de manera libre, que no nos la condicione y que priorice más la vida de las comunidades antes que a las empresas”, exige la mujer originaria del municipio San José del Progreso.
Josefina se desenvuelve con soltura en las asambleas de la consulta indígena, pero no olvida que cuando inició el proceso, en 2015, sentía temor al dirigirse a los funcionarios gubernamentales.
“Al principio daba miedo hablarle al personal de las instancias de gobierno porque por lo regular nos discriminan por el hecho de vestirnos de manera indígena o por ir vestidos de manera sencilla.»
“Pero a raíz de todo este proceso de trabajo, vemos a la gente de las dependencias como alguien igual que nosotros, que no es superior”, destaca.
Irma Martínez, residente del municipio San Antonino Castillo Velasco, suele tomar la palabra en las ceremonias que los indígenas zapotecas llevan a cabo antes de cada asamblea de la consulta indígena.
Considera que estos rituales, en los que el pueblo zapoteca entrega a la tierra los frutos de su cosecha, mezcal y copal a modo de ofrenda; contribuyen a sensibilizar a los funcionarios.
“El agua es algo vital, es la sangre de la madre tierra, así la consideramos los zapotecas y así la defendemos, es como un venero, como las venas de la madre tierra, indispensable para todos, no solamente para los pueblos agrícolas”, comparte.
Oxfam México apoya y acompaña a lxs sembradorxs de agua de la COPUDA en su lucha por este bien común natural e impulsa la participación de mujeres y hombres en procesos democráticos como la consulta indígena.