Era jueves 11 de octubre de 2018, comunidades afectadas por proyectos mineros llegaron desde diversas regiones de Oaxaca para denunciar los conflictos y afectaciones que las minas han causado por todo el estado. De los Valles Centrales, de la Sierra Sur y la Sierra Norte, del Istmo, de la Cañada y de la Mixteca llegaron al Juicio Popular Comunitario contra el Estado y las Empresas Mineras.
Olor a copal en el aire, yerba buena, albahaca y el sonido de la caracola del llamado, inundaron la Casa de la Iglesia Oaxaqueña y los corazones de las personas asistentes. Corrían las 10:10 am, autoridades y representantes de cada pueblo se agruparon en círculo, rodeando su ofrenda a la madre tierra y con la mano en el corazón agradecieron el encuentro y desearon el éxito del Juicio.
El jurado se conformó con especialistas y personas defensoras de México y otros países. Acudió Blanca Chancosa de Ecuador, Jakeline Romero de Colombia, Daniel Cerqueira de Brasil e Ignacio Henriquez del Salvador.
De México estuvieron Miguel Álvarez, presidente de SERAPAZ; Abel Barrera, director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan; Beatriz Gutiérrez, defensora comunitaria del Pueblo Ikoots; Carmen Herrera de Abogados y Abogadas por la Justicia de los Derechos Humanos A.C; y Francisco López Bárcenas, abogado mixteco, experto en derechos indígenas.
Con gran experiencia en las afectaciones de los proyectos mineros, analizaron cómo las minas se instalan en las comunidades dejando una estela de afectaciones a su paso, para así emitir un dictamen y hacer visible a nivel nacional e internacional, la violación a los derechos de los pueblos y comunidades indígenas, rurales y campesinas que sucede en Oaxaca por la ejecución de estos proyectos.
“Ni oro ni plata, la minería mata”, “no queremos anillo de oro ver, queremos tlayuda para comer” sonaron las consignas en el recinto para dar paso a la presentación de los casos.
Algunos tan emblemáticos como el de Magdalena Teitipac, lugar donde la minera Plata Real fue expulsada y, como respuesta, fabricó delitos para que los líderes del movimiento en defensa del territorio fueran arrestados. “Se nos acusó de tentativa de homicidio y el juez nos pidió pruebas para comprobar nuestra inocencia; las presentamos y al final se supo que todo era falso” relató una de las autoridades de esa comunidad.
El caso de San José del Progreso también hizo eco, su lucha, sus muertes y su resistencia fueron recordadas y reconocidas. Rosalinda Dionicio, quien sobrevivió a un atentado con arma de fuego en 2012, comentó: “Nos han encarcelado y han asesinado a nuestros compañeros Bernardo Méndez y Bernardo Vázquez. Exigimos la cancelación de la mina Cuzcatlán y castigo a los culpables de los asesinatos”.
Autoridades agrarias de Magdalena Ocotlán llegaron con una botella de plástico llena de agua blancuzca y denunciaron el reciente derrame de sustancias tóxicas en el río El Coyote, como resultado del desbordamiento de la presa de jales del proyecto “San José”, propiedad de la minera Cuzcatlán.
«El domingo en la noche llovió mucho en Magdalena y ahorita la gente está alarmada porque el río El Coyote se pintó de blanco. Del río, a escasos 10 o 20 metros está el pozo de agua que abastece a mi pueblo, a mi gente; y la autoridad municipal ya avisó a la gente que no consuma el agua del pozo, ¡pero dicen los mineros que no contaminan!”, reclamó uno de los representantes de esa comunidad.
Caso tras caso, fueron denunciadas presiones, corrupción, amenazas y desapariciones de personas defensoras, pero también se hizo presente la resistencia y organización comunitaria que ha logrado proteger los territorios para evitar que las mineras se apropien de ellos.
Autoridades de San Martín de los Cansecos y Monte del Toro refrendaron que sus declaratorias de “territorio prohibido para la minería” se mantendrán vigentes y exigieron que se cancelen las concesiones que ya han sido otorgadas.
Las cuerdas de guitarra del compositor Juan García de la comunidad de Guelavía, relajaron el ambiente. “Despierten ya mis paisanos, jamás nos han ganado, España quinientos años, los gringos no son extraños, a caso quieren mil años nomás para ser esclavos” sonó la letra del cantante.
Veintidos denuncias en total. Una pequeña muestra de las consecuencias que han provocado las 322 concesiones mineras que se han otorgado para explotar el territorio oaxaqueño, sin antes consultar a las comunidades y pueblos indígenas que lo habitan.
El segundo día del juicio inició con el ritual de levantamiento de ofrendas, el reloj marcaba las 7:35 am; el ciclo necesitaba cerrarse para dar paso a lo público, es decir, dar a conocer ante los medios de comunicación y la sociedad el pre dictamen de los casos presentados.
Posterior al levantamiento de ofrendas, se volvió a abrir el espacio para la presentación de denuncias, aunque no estuviesen relacionadas con minería. Los abusos y violaciones a derechos estuvieron presentes en todos los casos. Una empresa llega con engaños y se apropia de un cerro para extraer materia prima para la elaboración de cemento. Un pueblo arrebata cuantiosas cantidades de tierra al pueblo vecino iniciando así una lucha de años, fracturas del tejido comunitario y muertes.
Los casos se presentaron, las consignas sonaron y no quedó de lado la música, pero ahora a ritmo de rap a cargo de Gusi R.
“No te daré mis tierras pa tener un poco de eso, si quieres casa blanca págala sin mis impuestos, bandido cuello blanco que has vivido de mi sangre y de la ignorancia del Mexicano cobarde”.Refiriéndose sin duda al escándalo de la casa blanca, así como a los constantes aumentos a los combustibles y productos de la canasta básica, problema que se ha acentuado durante el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Comunidades, jurado y organizaciones marcharon con pancartas y lonas con dirección al Zócalo de Oaxaca en la “Caminata por la Vida”. El sol era abrasador no fue obstáculo para hacer sonar la voz de las comunidades denunciantes, ni siquiera la presencia de la policía, que estaba ahí quizás para proteger la integridad de los manifestantes, quizás para reprimir si el gobernador lo considerase pertinente.
“Queremos levantar las banderas del Oaxaca profundo, hoy los pueblos están aquí vivos y combativos para defender el territorio como siempre lo han hecho”, sonó en los altavoces cuando el Juicio estuvo instalado en el Zócalo.
Empresas canadienses, norteamericanas y mexicanas fueron enjuiciadas por las comunidades, ante la incapacidad del Estado de garantizar derechos y hacer justicia. Poco podría ocultarse el hecho pues los principales medios de comunicación de Oaxaca cubrieron el evento.
“Tenemos que exigirle al nuevo gobierno que si quiere la Cuarta Transformación tendrá que ser desde la mirada y sacralidad de los pueblos indígenas, nunca más un México sin estos pueblos”.
Los discursos eran fuertes, contenían el sentir que por años han expresado los pueblos afectados por la minería; lo remarcaron con consignas, con gritos de ánimo y por ultimo recurrieron de nueva cuenta a las canciones; con artistas y grupos procedentes de las mismas comunidades demandantes, Mineros de San José el Progreso, Juan García de la comunidad de Guelavía, Gusi R y la muy conocida en los movimientos de resistencia, derechos humanos y feminismo “Mare Advertencia Lírika”.
El cierre del evento se realizó con la presentación de todas las autoridades y representantes de los pueblos demandantes, entrega de reconocimientos a los jueces e intercambio de presentes de cada comunidad.
El Juicio Popular Comunitario contra el Estado y las Empresas Mineras unió la lucha de las comunidades de Oaxaca, creando así un fuerte músculo que sin duda ejercerá la presión necesaria para que cada consigna se materialice y cree las condiciones para que México sea un país mejor.
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