Las crónicas de las primeras manifestaciones LGBTTTI pueden dar mucha luz a esta discusión, pues sucedieron en momentos difíciles donde las personas “de ambiente” confrontaban a la policía por su brutalidad, denunciaban despidos injustificados por parte de empresas y reclamaban acciones concretas para atender temas tabú, como la salud sexual. Eran los homosexuales, los “raritos”, las “vestidas”, las “lenchas”, que se negaban a ser invisibilizadxs por una sociedad que les arrebataba espacios, derechos y hasta la vida. Fue un proceso que implicó resignificar los motes producto de los estigmas sociales, construir una agenda y defenderla. Para tales efectos, siempre ha sido vital la búsqueda de aliadxs en colectivos, organismos internacionales, partidos políticos y sociedad en general.
La participación de marcas en favor de la comunidad es vital, pues ayuda a la visibilización y empuja los procesos de cambio. Este año, el Comité IncluyeT, organizador de la marcha, decidió que las empresas participantes deben tener políticas de inclusión LGBTTTI. Quien quiera ondear la bandera LGBTTTI, que la honre.
Así como exigimos políticas laborales concretas para prevenir la discriminación por orientación sexual, también hay que denunciar a aquellas marcas cuyos dueños defienden posiciones abiertamente homófobas, como fue el caso de la marca de pastas “barilla” en Italia.
Sobre el exhibicionismo. Sí. La marcha, simbólicamente, es lo opuesto a vivir en el clóset. Es la celebración de todo lo que se ha logrado a cuenta gotas en pro de la plenitud de derechos, de la visibilización y del reconocimiento de una comunidad históricamente perseguida, pues a pesar de los avances, México sigue siendo uno de los países más peligrosos para ser gay, lesbiana, trans o bisexual.
Tan solo en 2017, se registraron poco más de 200 asesinatos según reportó la Comisión Ciudadana contra los Crímenes de Odio por Homofobia. Según la Encuesta Nacional de Discriminación, casi la mitad de la población no dejaría que un homosexual viviera en sus hogares. La violencia y discriminación están presentes en el ámbito laboral y educativo, y también en el sector salud. Es decir, la agenda es tan larga como los contingentes que marcharemos el sábado, llenos de emoción, júbilo y esperanza.
Recuerdo la primera marcha en la que uno de mis mejores amigos llegó acompañado de su mamá. Ella tenía una versión equivocada de lo que pasaba ahí, y no sólo cambió su impresión negativa, sino que comprendió que su hijo no estaba solo. Que había miles de personas como él, que habían descubierto su orientación sexual y que en muchas ocasiones habían sido rechazadas por familiares y amigos. Entendió que la maravilla de la marcha del orgullo es su capacidad generadora de comunidad, una que comparte lazos, con historias similares. Ahora, ella no puede dejar de asistir.
Luchar festejando y salir a gritar nuestra identidad es la forma en la que muchxs de nosotrxs vivimos este evento. Desde aquí, una invitación para quienes no han asistido a una Marcha del Orgullo y la Dignidad LGBTTTI, sobre todo para quienes son conscientes de que poseen prejuicios y buscan combatirlos. Luchemos juntxs contra el monstruo de la homofobia, bifobia, lesbofobia y transfobia que vive dentro de nosotrxs, y que se alimenta de miedos injustificados por aquello que nos es ajeno.
Porque ser distintxs no significa perpetuar la desigualdad, significa reconocer la diversidad, festejarla y pensar en ella como una herramienta fundamental para superar los obstáculos que nos mantienen atadxs a una realidad llena de injusticias.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México
Imagen miniatura e imagen principal cortesía de Jeshua Sicardo
Imagen body cortesía de Harumy Herrera