Esa es la historia que inspiró el documental Rush Hour, en el que Luciana Kaplan cuenta lo que sucede durante las interminables horas de traslado que deben enfrentar tres habitantes de enormes ciudades, y también lo que deja de suceder en sus vidas porque las 24 horas del día apenas les alcanzan para trabajar, dormir y transportarse.
Como parte de las actividades de la Semana de la Desigualdad en Guadalajara, proyectamos este documental en colaboración con Ambulante en una función al aire libre en el Bosque de los Colomos. Luciana estuvo ahí y platicamos con ella sobre el éxodo diario en el que millones de personas se ven envueltas cada día, para ir a trabajar.
¿Cómo elegiste las ciudades?
Hice una investigación sobre cuáles son las ciudades más congestionadas, donde la gente pasa más tiempo en el tráfico, pero sí tenía una intención clara de mostrar diferentes caras de esta problemática.
Elegí la Ciudad de México porque aunque nací en Argentina, vivo aquí desde que tenía tres años y medio, y sé bien que es una ciudad monstruosa en la que la clase baja vive en la periferia pero va a trabajar a las áreas centrales, que es donde está el capital. Consideré Bangkok y Sao Paulo, pero al final me decidí por Estambul porque representaba una realidad verdaderamente distinta, una ciudad muy cosmopolita pero al mismo tiempo muy tradicional. Y finalmente incluí Los Ángeles, que es la ciudad con problemas de transporte por excelencia, porque el transporte público no llega a todas partes, así que la gente tiene que trasladarse en coche y terminan viviendo en el highway.
¿Qué descubriste durante el rodaje sobre lo que hacen las personas en los traslados?
Para mí el transporte público es como una vitrina de la sociedad, tengo una fascinación por observar a la gente en el transporte y lo que más me llama la atención es el enorme cansancio que van cargando, las personas van dormidas porque están agotadas. Vivimos en un sistema capitalista que provoca que la gente se tenga que levantar a las cuatro o cinco de la mañana, viajar dos horas, trabajar ocho o 10 horas y después viajar otras dos horas de regreso, entonces la gente vive agotada, eso en la Ciudad de México es muy evidente y es un tipo de violencia muy fuerte, es explotación y abuso.
En Turquía, por ejemplo, no noté tanto el agotamiento pero lo que descubrí es que en el transporte todo el mundo va muy callado, que es una característica de la sociedad musulmana, son mucho más introspectivos que nosotros los latinos.
Y en Los Ángeles, más bien me enfrenté a una actitud mucho más individualista, la gente va sola en su coche, todos están solos, es esta misma carrera perversa pero de una manera tremendamente solitaria e individualista, que también es un reflejo de su sociedad.
Más allá de contar estas historias, ¿qué te empujó a hacer una película sobre el tiempo que pasamos en el transporte?
Que no nos damos cuenta del tipo de vida que llevamos. Tenemos que hablar de esto y reconocer que nos estamos quedando sin opciones y que, además, no somos nosotros quienes decidimos.
El personaje de Estados Unidos, por ejemplo, decide comprar una casa en la periferia porque quiere formar una familia, pero ni siquiera ve a su esposa porque se la pasa conduciendo, entonces ¿cómo va a cumplir su sueño de tener hijos? O la mujer de Estambul que desafió a su sociedad y salió a trabajar y a ganar su propio dinero, pero vive angustiada y triste porque tiene que salir de su casa de madrugada y ni siquiera puede llevar a su hija a la escuela.
Tenemos la idea de que podemos elegir, pero la mayoría de la gente no puede hacerlo. Esta película es un reclamo y un llamado a poner el tema a discusión con urbanistas y con quienes toman las decisiones en los gobiernos, porque tenemos que buscar otras maneras de movernos. Obviamente sé que esta película no lo resuelve, pero sí pone sobre la mesa la discusión sobre la movilidad, que no es más que un problema de desigualdad social.
¿Qué nos está arrebatando como sociedad, el problema de la movilidad?
Yo creo que la felicidad, mi teoría es que estamos perdiendo el gusto por la vida porque si tienes que pasar seis horas en un transporte no puedes ser feliz, porque no tienes tiempo para estar con tus hijos, con tus seres queridos, tiempo para una actividad de placer. Esto de vivir en la prisa lo que hace es arrancarnos la felicidad.
Por eso la película está muy enfocada en el costo emocional, porque la realidad es que se nos está yendo la vida de nuestros hijos, de nuestros padres, de nuestra pareja. Este sistema nos está arrastrando y ya estamos en el momento en que tenemos que preguntarnos si hay otra manera de vivir.
Oxfam México apoya el cine documental porque películas como Rush Hour, nos confrontan con un problema que afecta principalmente a las personas con ingresos más bajos, sobre todo a las mujeres, quienes además de perder horas y horas de sus vidas cada día para llegar al trabajo, regresan a sus casas para seguir trabajando y sin paga. Personas como Luciana, que retan las estructuras de poder, nos impulsan a seguir trabajado para cambiar las reglas y darle a las personas la posibilidad real de decidir sobre sus propias vidas.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México
*Imagen miniatura y body tomadas del documental Rush Hour de Luciana Kaplan.