El primer podcast de Oxfam presenta “Voces de Mujeres que Cuidan. De la experiencia a la reflexión acerca del trabajo de cuidado en ciudades mexicanas” un trabajo de Fabiola De Lachica, en la voz de Fernanda Tapia, con testimonios de mujeres narrados por Ilana Sod, Paty Valle, Dayra Fyah, María Emiliana Sánchez y Estefanía Díaz.
¿Qué es el trabajo de cuidados?
El trabajo de cuidados y del hogar es el trabajo necesario para satisfacer las necesidades más básicas y cotidianas de todas las personas, por ejemplo cocinar y servir alimentos; lavar o planchar ropa; limpiar todo tipo de objetos y espacios físicos; administrar recursos y gestionar actividades dentro del hogar; procurar el bienestar físico y emocional de niñas, niños, personas jóvenes, adultas mayores y quienes enfrentan alguna enfermedad o discapacidad; y garantizar la supervivencia y bienestar de animales de trabajo o mascotas, entre otras labores que pueden suceder en el hogar, en lugares de trabajo y otros espacios.
El grave problema que vemos
En México, los hombres dedican en promedio 4 horas menos que las mujeres al trabajo no remunerado de cuidados, y las personas de hogares con ingresos más altos dedican menos horas a este trabajo que las de hogares con ingresos más bajos. En un país históricamente afectado no sólo por el sexismo, sino también por el racismo, el clasismo y otras formas de discriminación, esta carga de trabajo es particularmente grave para las mujeres jóvenes y adultas que suelen ser discriminadas por factores como su color de piel, etnia, idioma, edad, identidad y orientación sexual, condición de salud, nivel de educación formal, localización geográfica y estatus migratorio, entre otros. Estos factores no existen de manera aislada y se combinan en distintos contextos para afectar a muchas mujeres más que a otras, y a todas ellas más que a los hombres.
El trabajo de cuidados (trabajo necesario para satisfacer necesidades vitales y cotidianas como cocinar; lavar; limpiar; administrar el hogar, y atender física y emocionalmente a niñas, niños y personas mayores, enfermas o con discapacidad, entre otros), ya sea remunerado o no, es un pilar fundamental para el bienestar de todas las personas. Sin embargo, en México y muchos otros países son la mayoría de las mujeres jóvenes y adultas quienes cargan con ese trabajo, y lo hacen de manera gratuita, precaria e invisible. Esto genera desigualdad de opciones de vida entre mujeres y hombres, y entre las propias mujeres. Es decir, la forma en que se organiza socialmente la provisión de los cuidados en el país impide a millones de mujeres acceder a educación, salud, empleo digno y suficiente, participación política, contextos libres de violencia y todo aquello que signifique para ellas construir y disfrutar de vidas plenas y satisfactorias.
Por otra parte, cuando el trabajo de cuidados es remunerado, éste se paga mal y en condiciones y con beneficios laborales muy por debajo de la ley o francamente nulos, lo cual amplía la diferencia entre las mujeres y hogares que pueden adquirir servicios de cuidados privados, y quienes no pueden hacerlo y por tanto realizan extenuantes dobles o triples jornadas de trabajo.
Así, tanto el trabajo de cuidados no remunerado como el trabajo del hogar remunerado precario representan ejes fundamentales de reproducción y profundización de la desigualdad de opciones de vida que existe en México, tanto entre mujeres y hombres, como entre mujeres de distintos contextos y características. Además, uno depende del otro y ambos deben ser resueltos de manera equitativa para poder construir un país más justo desde su propia raíz. Un ejemplo de esto son las mujeres migrantes de origen indígena que, además de hacerse cargo de su hogar y familia, ofrecen sus servicios de cuidado de manera informal en contextos urbanos a la población con más recursos.
Nuestra posición al respecto
Es claro que la forma en la que hoy en día se organiza socialmente el trabajo de cuidados y del hogar en México reproduce la opresión que enfrentan muchas personas y el privilegio del que gozan unas cuantas. Por ello, en Oxfam México creemos que es necesario impulsar una agenda de política pública basada en los siguientes mínimos irrenunciables, y con ello avanzar hacia un nuevo pacto social con mayor igualdad de opciones de vida entre mujeres y hombres, y entre mujeres de distintos contextos y características:
1. El cuidado del hogar y la familia debe ser reconocido como trabajo, ya que implica tiempo, energía, y recursos materiales y financieros;
2. Todas las personas deben tener el derecho a ser cuidadas y a cuidar con dignidad, así como a no verse obligadas a cuidar;
3. La provisión de los cuidados debe involucrar la acción coordinada, equitatitva y corresponsable del Estado, el mercado, las comunidades, los hogares y las personas;
4. Por lo tanto, el cuidado deber ser un derecho universal garantizado por el Estado a través de un sistema de protección social universal efectivo;
5. Las personas que realizan trabajo del hogar de forma remunerada deben tener garantizadas condiciones de trabajo dignas y suficientes.
6. Debe promoverse proactivamente un cambio radical de los estereotipos de género que asumen el trabajo de cuidados y del hogar –remunerado y no remunerado—como una labor exclusiva de las mujeres;
7. Debe implementarse políticas públicas intersectoriales que transversalicen una visión integral de los cuidados bajo los principios de justicia social e igualdad sustantiva, y
8. Las políticas en la materia deben promover la autonomía de todas las personas y tomar como punto de partida el reconocimiento de modelos de vida y realidades socioculturales diversas. Es indispensable que personas que provengan de esas distintas realidades participen activamente en la elaboración de dichas políticas.
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Te invitamos a vivir Una experiencia de cuidado el próximo 23 de julio a las 20:00 hrs en en Centro de Cultura Digital. Confirma tu asistencia entrando aquí.
Descarga nuestras cuatro investigaciones:
–Cuidados y desigualdades en México: una lectura conceptual
–Desigualdades y organización social de los cuidados en America Latina y el Caribe