¿Cómo vivir sin miedo? Los últimos meses me he planteado esa pregunta y a decir verdad sigo sin poder responderme. El temor y la inseguridad que siento se intensifican cada que leo, escucho o veo noticias sobre desapariciones, violaciones y feminicidios con detalles cada vez más aberrantes; sin embargo, entre tantas atrocidades, encuentro esperanza y valor en esa ola tenaz que somos las mujeres cuando nos unimos y estamos juntas.
La violencia hacia nosotras es una conducta que no diferencía entre edades, etnicidad, color de piel, nivel de ingresos, credos, estudios o culturas. De acuerdo con datos de ONU MUJERES, en México 7 mujeres son asesinadas a diario, 6 de cada 10 agresiones contra mujeres en la vía pública son de índole sexual y 41 por ciento de las mujeres ha sido víctima de violencia sexual en alguna etapa de su vida.
Todas estas violencias residen en la desigualdad de género que las mujeres enfrentamos desde que nacemos, no importa si suceden en zonas marginadas, espacios urbanos o escuelas, lo que comparten la mayoría de los casos es la impunidad y la revictimización a manos de la sociedad, que se encarga de justificar los hechos y proteger a los agresores. Cada que una mujer violentada es objeto de campañas de difamación y desprestigio, o que su testimonio es puesto en duda, el perpetrador y el delito se vuelven irrelevantes e incluso se normalizan.
Una mujer sin redes de apoyo es un víctima fácil de la violencia de género, dimensionar que vivimos en riesgo constante de ser violentadas, exige que todas nosotras luchemos y estemos juntas, por eso uno de mis propósitos de año nuevo es practicar la sororidad.
De acuerdo con Marcela Lagarde, la palabra sororidad se deriva de la hermandad entre mujeres, es percibirnos como iguales que podemos aliarnos, compartir y, sobre todo, cambiar nuestra realidad. Porque todas, de diversas maneras, hemos experimentado la opresión.
Lo más importante es que la sororidad tiene implícita la transformación de las relaciones entre nosotras y despliega nuevas posibilidades de vida. Recordemos siempre que juntas somos poderosas y enfrentadas somos sometidas.
Para comenzar a practicar sororidad:
- 1. Paremos de juzgar nuestra apariencia física y la de las demás.
- 2. Tengamos siempre presente que las decisiones sobre nuestro cuerpo son solo nuestras, evitemos juicios sobre quienes han decidido o no tener hijos.
- 3. Respetemos las formas en las que las demás eligen vivir su sexualidad, omitamos calificar y/o cuestionar estas elecciones.
- 4. NUNCA justifiquemos el acoso o la violencia hacia otras mujeres, ni dudemos de sus testimonios, prohibido decir «ella se lo buscó».
- 5. Evitemos reproducir ideas y juicios sobre nosotras, como que somos débiles, dramáticas, histéricas, etc.
- 6. Seamos amables y generosas con las demás, seamos esa persona que nuestras amigas llamarían sin importar el problema que tuvieran.
- 7. Cuando una mujer nos quiera hablar mal de otra, expliquémosle el grave error que está cometiendo al dejar de ser una aliada.
- 8. Cuando conversemos con nuestras amigas incluyamos temas de autocuidado.
- 9. Generemos una red de seguridad con nuestras amigas, mantengámonos en comunicación, estemos al pendiente de nuestras ubicaciones y tengamos planes de contingencia.
- 10. Sumemos a todas las amigas que podamos.
Hagamos lo que está en nuestras manos para crear nuestros propios espacios seguros, aliarnos, cuidarnos y sanarnos. Pero también sigamos exigiendo al Estado que garantice nuestro derecho a una vida libre de violencia.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México
Crédito de la imagen: Ailen Possamay possamavailen