¿Pueden las redes sociales contribuir con la eliminación de las violencias contra las mujeres y niñas?
El 27 de Abril de 2017 Karabo Mokoena fue asesinada en Sudáfrica, su cuerpo fue quemado y el supuesto agresor era su pareja. Karabo era una estudiante de negocios que soñaba con establecer una ONG para niños, niñas y mujeres abusadas. Apenas unas semanas antes en Argentina, Micaela García fue asesinada saliendo de una discoteca / antro, y el sospechoso principal era un abusador en serie que se encontraba libre bajo fianza. Micaela había sido activista del movimiento #NiUnaMenos, que hace campaña en contra del feminicidio.
La violencia extrema – fatal, en estos casos- no es inusual; de manera injusta está presente como norma en muchas comunidades. En Sudáfrica, el 56% de las mujeres asesinadas habían sido víctimas de violencia al interior de la pareja / familia. En Argentina, una mujer es asesinada cada 30 horas.
Lo que sí ha sido inusual en estos casos es el gran número de personas que se sumaron en redes sociales como Twitter para expresar rabia y agravio ante los perpetradores, y más importante aún, ante las estructuras y sistemas que vuelven de este abuso una norma.
A calendar showing the alarming number of cases of violence against women has gone viral: https://t.co/LwRV2H1akE #NiUnaMenos #EVAWG
— Oxfam America (@OxfamAmerica) 2 de mayo de 2017
Exponiendo la violencia
Siguiendo a la muerte de Karabo, mujeres sudafricanas comenzaron a compartir sus historias de abuso intrafamiliar bajo el hashtag #LosHombresSonBasura (#MenAreTrash en inglés)
El hashtag ofendió a varios, pero no dejó de ser utilizado como una frase a partir de la cual se exponía la violencia como experiencia común, enraizada dentro de la inequidad de género. El hashtag permitió a todo tipo de mujeres compartir sus experiencias de violencia sufrida a manos de parejas, familiares, conocidos y extraños.
Bajo una misma discusión, se hizo evidentemente claro que los casos de violencia en contra de mujeres y niñas no eran aislados, sino parte de un patrón. La violencia sucede porque nuestras comunidades la permiten. Nuestra complicidad, expresada con silencio y fortalecida a partir de la inacción, normaliza la violencia.
Combatiendo la injusticia
En Argentina, hombres y mujeres tomaron a las calles en protesta por el feminicidio de Micaela, pero también recurrieron a Twitter usando el ya conocido hashtag #NiUnaMenos y #JusticiaParaMicaela. Esta protesta tomó fuerza a partir del reporte que informaba que el asesino de Micaela había sido liberado de prisión en contra de expresas recomendaciones.
Semanas después, la procuraduría de la Ciudad de México informaba por Twitter sobre la investigación de la muerte de Lesvy Berlín Osorio, encontrada estrangulada con el cable de una cabina telefónica a las puertas de una de las universidades más grandes de Latinoamérica. El reporte indicaba que Lesvy consumía alcohol y drogas, y vivía en concubinato; con lo que, de manera implícita, la autoridad culpabilizaba a la víctima de su propia muerte.
Mujeres mexicanas protestaron en Twitter con el hashtag #SiMeMatan, compartiendo detalles de sus propias vidas que podrían ser utilizadas para inculparlas si fuesen víctimas de asesinato.
Retando imaginarios
Una de las causas principales de la violencia en contra de mujeres y niñas son los imaginarios y normas sociales que generan expectativas (y limitantes) sobre cómo una persona se debería comportar. Por ejemplo, en muchas comunidades se considera que la violencia ejercida por hombres sobre de mujeres es normal e incluso aceptable para “disciplinar” o “hacerse respetar”.
La evidencia actual dice que para retar imaginarios y normas discriminatorias no es suficiente comunicar mensajes por sí mismos, sino que es más efectivo combinarlos con otro tipo de intervenciones. Un elemento clave para el cambio social es la creación de un espacio de debate y deliberación. Las redes sociales han sido una plataforma esencial para escalar el debate sobre violencia en contra de mujeres y niñas, aunque se requiere de mayor evidencia para valorar su efectividad.
«For the safety of your prestige,keep your daughters inside the houses under strict vigil» – #AzamKhan Time to #SayEnough #EVAWG #patriarchy pic.twitter.com/2Bn6JV3RVY
— Oxfam India (@OxfamIndia) 29 de mayo de 2017
Influencia
Las redes sociales pueden también ser una plataforma de influencia y alcance a celebridades, servidores públicos y líderes de opinión que permita retar públicamente las normas que perpetúan la violencia. Por ejemplo, en Sudáfrica un número de personalidades con alto perfil, incluidos hombres, validaron el hashtag #LosHombresSonBasura. Las redes sociales también inciden en estrategias de influencia. En Argentina, el Presidente Macri respondió a las protestas sugiriendo que el juez que liberó al sospechoso del asesinato de Micaela fuera removido de su cargo. En México, la procuraduría se vio obligada a retractarse y asegurarle al público que la investigación no se vería afectada por la conducta, la vida privada o la condición social de la víctima.
Solidaridad
Las redes sociales muestran solidaridad a través de fronteras. Mientras que este blog retoma casos de Argentina, Sudáfrica y México, la violencia contra mujeres y niñas sucede en todos los países. Las redes sociales son una herramienta para exponer el abuso donde sea que suceda, y para que hombres y mujeres del mundo se unan bajo el mismo canto de protesta: ¡BASTA!
El escepticismo hacia el potencial de las redes se expresa en crítica al fenómeno del ‘clicktivism’, caracterizado por una interacción anónima y ‘segura’. Como se menciona arriba, las redes sociales no pueden cambiar imaginarios por sí mismas, pero sin duda son una herramienta importante. La experiencia de Argentina y México son ejemplos de esto, pues cada hashtag venía acompañado de una protesta.
Únete a la lucha
Las redes sociales son un medio para denunciar la violencia, pero no el único. Puedes seguir la campaña de Oxfam Basta! a través del hashtag (#Basta), así como seguir organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres e involucrarte con sus respectivas campañas.
También es importante influir en nuestras comunidades. Si es posible y seguro, habla con tu familia, amigos y colegas sobre la justicia de género y la violencia en contra de mujeres y niñas. Averigua qué hace Oxfam en tu país a través de sus programas y campañas, y únete y colabora con organizaciones que trabajan por los derechos de las mujeres y niñas.
Actuando de manera conjunta, en línea y en nuestras comunidades, podemos acabar con la violencia en contra de mujeres y niñas.
Este blog fue originalmente escrito por Bethan Cansfield, Coordinadora Global de la Campaña Basta! de Oxfam Internacional para combatir la violencia en contra de mujeres y niñas, el 31 de Mayo de 2017.
Traducido al español por Kim Piaget, Oxfam México.
Foto: La hija de Tika Darlami (45 años) se llama Tulsa (22 años) y recibe un mensaje de texto en su teléfono. Tika Darlami es una lidereza comunitaria que forma parte de la junta de consejo de la escuela de su comunidad. Ella acude a discusiones de apoyo para mujeres que viven en situación de violencia, a pesar de que vive en Gumi, una comunidad rural en el distrito Surkhet, Nepal, donde las mujeres están confinadas a la esfera doméstica. En una comunidad donde el analfabetismo era común y donde los derechos de las mujeres no eran conocidos o reconocidos, Tika se vió por muchos años limitada a permanecer en su hogar. Gracias al proyecto de Oxfam “Levanta la voz” y a esfuerzos extraordinarios de mujeres parte de esta comunidad, hoy en día Tika es reconocida a dónde vaya.
Crédito: Aubrey Wade/Oxfam