Sí, como hace 32 años, mujeres y hombres volvieron a salir a la calle para echarle la mano a las personas que no alcanzaron a salir de los edificios, a las que escarbaban en busca de vida, a las que se quedaron sin casa y a las que lloraban la pérdida de alguien. Pero no sólo salieron quienes querían ayudar, también estuvieron ahí quienes se aferran a relegar a las mujeres a los espacios domésticos y no soportan vernos cargando herramienta, salieron los que nos acosan y los que nos violentan en la calle sistemáticamente. A ellos el sismo tampoco los detuvo.
En el segundo encuentro de Órbita Feminista en Impact Hub, hablamos sobre cómo vivimos la emergencia y cómo vamos a reconstruir ¿o deconstruir? a partir de ahora.
Porque claro que hay mucho trabajo por delante para volver a levantar las casas y los edificios, pero también tenemos una oportunidad para derribar los estereotipos y los roles de género culpables de que más mujeres murieran aplastadas porque, a la hora del sismo, estaban trabajando en casa -con salario o sin él- o estaban hacinadas en una fábrica textil, laborando en la informalidad y sin protección social.
Con esos mismos estereotipos de género se topó Jules, quien llegó a una zona de derrumbe con casco, guantes y pico para apoyar en las labores de remoción de escombros y un militar le arrebató su herramienta y le negó el paso, al tiempo que permitía el ingreso de hombres sin equipo de protección, sin herramienta y con la misma carencia de instrucción en protección civil que ella.
O Alejandra, quien lideró al equipo humanitario de Oxfam México en Oaxaca, Puebla y Morelos; y se encontró con personas que le cuestionaron “¿tú eres la jefa de misión?, ¿tú vas a manejar?, pero ¿has manejado una camioneta antes?, ¿vas a poder con las curvas?”. Sobra decir que a ninguno de sus colegas hombres le hicieron esa clase de preguntas.
Escuchando a las demás, dolorosamente nos dimos cuenta de que la solidaridad y la hermandad que inundaron la ciudad en los días posteriores al 19 de septiembre, no nos alcanzaron a las mujeres.
Una de las asistentes nos compartió que la organización para la que trabaja necesitaba voluntarias y voluntarios para atender la emergencia, así que se publicó en redes sociales una postal con sus datos de contacto para convocar a las personas que quisieran ayudar. Cuando entró una llamada a su celular y una voz masculina le gritó “pinche puerca, te voy a coger y te voy a dar por atrás”, ella se dió cuenta de que la buena onda ya había pasado y algún acosador había guardado su número telefónico.
Hubo relatos de mujeres que al estar apoyando como voluntarias en las zonas de desastre, escucharon a los militares decir cosas como “que rica estás flaquita”; y de otras a quienes se les hizo de noche en la calle y, aunque no se quebraron al ver la desesperación de la gente buscando a sus familiares en los edificios derrumbados, no pudieron contener el llanto ante el miedo fundado de que alguien las siguiera en la oscuridad para violarlas y luego matarlas, como a las 7 mujeres que siguen asesinando cada día en este país.
La misma persona que en la cadena humana recibía un bote lleno de escombros del compañero que estaba a su derecha, podía ser quien aprovechara el caos para violentar a la mujer que estaba a su izquierda. Ni en medio del desastre paró el acoso.
Que el sismo nos haga más feministas
Los estereotipos de género y la violencia contra las mujeres están tan arraigados, que necesitamos mantener y hacer crecer las redes que creamos en esta emergencia para dar la batalla.
Reproduzcamos la iniciativa de Sandra y Mónica, quienes no permitieron que les ganara la culpa de no estar levantando escombros y concentraron su esfuerzo en #Verificado19s para confirmar que la información que se difundía sin control en redes sociales, fuese verídica y confiable; y la ayuda llegara a donde realmente se necesitaba.
Aprendamos del liderazgo de las mujeres que dirigieron la organización de uno de los centros de acopio de la colonia Roma y lo hicieron tan bien, que incluso elementos de la Marina se integraron a la orquesta de voluntarios y voluntarias que ellas dirigían.
No olvidemos que los equipos de evaluación que Oxfam México envió a las zonas de desastre en Morelos y Puebla, estuvieron conformados mayoritariamente por mujeres.
Rescatemos lo reconfortante que fue compartir todo este trabajo con nuestra red de amigas, de familiares, de colegas y de desconocidas que se volvieron aliadas; y reconozcamos el valor de esta forma de hacer política para decidir si queremos recuperar lo que teníamos antes o si queremos cambiarlo.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México