A veces siento temor y a veces vergüenza, Gustavo Cerati
La vida cotidiana no está exenta de experiencias abrumadoras, aterradoras y que escapan de nuestro control. Pueden ser asaltos, incendios, accidentes o desastres. Luego del sismo del 19 de septiembre, muchxs de nosotrxs tuvimos que hacer frente a escenas horribles. Algunxs perdimos nuestra casa, nuestro trabajo o a un ser querido. Algunxs tuvimos que cambiar nuestros planes esa tarde y por los días siguientes para ayudar removiendo escombros y asistiendo heridos o para escapar de nuestros hogares, nuestro lugar seguro por definición. 51 segundos nos bastaron como un recordatorio perdurable de que podemos morir en cualquier momento.
A medida que el polvo se asienta en la ciudad y en nuestras cabezas, es más común que empecemos a notar los vacíos en las estructuras y en nuestras vidas. Cosas y personas que estaban y ya no están más. Fantasmas, recuerdos y sentimientos que nos atormentan cuando cerramos los ojos y estamos solxs. Todo eso tiene un nombre; lxs profesionales de la salud mental lo llaman trastorno por estrés post-traumático (TEP).
¿Qué es el TEP?
En situaciones como la que vivimos, el TEP se reconoce como una sensación general de angustia que se instala en nosotros de manera inmediata, o bien, tras pasadas unas cuantas semanas o meses. Sumado a esto, las personas pueden sentirse desconsoladas, deprimidas, ansiosas, culpables y enojadas (lo cual es totalmente comprensible) y suelen presentar síntomas más complejos como:
· Flashbacks y sueños recurrentes o pesadillas
· Evitar pensar o recordar la situación traumática.
· Aplanamiento emocional. Éste en especial es complicado, porque dificulta el relacionamiento con otras personas.
· Estado de alerta constante.
El TEP también puede acompañarse de síntomas físicos como: dolores musculares, diarrea, palpitaciones, dolores de cabeza y consumo excesivo alcohol o uso de drogas. [1]
¿Por qué (a mí)?
La respuesta más corta es: no sabemos. Existen explicaciones tanto físicas como psicológicas que nos ayudan a dar sentido al TEP. Fisiológicamente, sucede un desajuste en los niveles de adrenalina, que nos ayuda a responder a eventos y amenazas externas, poniendo demasiada presión al hipocampo, la parte del cerebro donde se procesa la memoria. Estas afectaciones transitorias, son las que ocasionan los recuerdos temporales y las pesadillas o sueños recurrentes. A medida que los niveles de adrenalina se normalizan, estos eventos desaparecerán.
En cuanto a los factores psicológicos, la discusión se complica. En muchos casos, el antecedente del TEP puede ser un trastorno depresivo crónico, padecimientos somáticos, una situación social inestable e incluso dificultades legales -en este caso relacionadas con las afectaciones por el sismo- que obstaculizan el tratamiento [2]. En muchas ocasiones, los eventos traumáticos sirven como una caja de resonancia que amplifica padecimientos y desigualdades previas.
¿Cómo me lo quito?
A menudo se habla del TEP como si se tratara de curar una indigestión y otras tantas como si se tratara de expulsar demonios del cuerpo. No existe una solución fácil ni única para hacerle frente. Recientemente se ha popularizado la terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (acrónimo, en inglés, de eye movement desensitization and reprocessing, EMDR), aunque en estos casos la mejor ruta de intervención, y la más accesible, son las terapias psicológicas centradas en el trauma (Terapia Cognitivo-Conductual o Psicoterapia) y siempre deben ser ofrecidas como primera opción antes de iniciar con medicamentos. Normalmente el trabajo se centrará en la etapa de estabilización y sólo en casos de TEP complejo se recurrirá a las fases de terapia y reintegración.
Los signos de mejoría usualmente están relacionados con la capacidad que tenga la persona afectada para comprender la angustia, separar los síntomas físicos de su malestar emocional y hacer frente a la vida cotidiana sin sufrir de flashbacks o recaídas. El mantra para la recuperación se llama “aquí y ahora”.
No es necesario sufrir en silencio, ni hacernos lxs fuertes. La comunidad psicológica mexicana ha puesto en marcha numerosos mecanismos de apoyo para víctimas y respondientes. Lo último que debemos recordar es que después del 19S se vale sentir temor, pero jamás vergüenza.
Si nos abrimos ahora, en el futuro ya no tendremos que hablar y hablar del temblor.
[1] American Psychology Association, 2013
[2] Treating post-traumatic stress disorder in the ‘real world’: evaluation of a specialist trauma service and adaptations to standard treatment approaches Damon Lab, Ines Santos, Felicity De Zulueta http://pb.rcpsych.org/content/32/1/8.e-letters
*El autor es psicólogo social con especialidad en intervención grupal, institucional y comunitaria. Ha trabajado con niños, niñas y adolescentes atendiendo a víctimas de bullying y a agresores, también ha trabajado con grupos de niños, niñas y adolescentes en situación de calle, adicciones y migrantes no acompañados.
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Imagen miniatura tomada de https://www.informador.mx/Mexico/ el 20 de octubre de 2017 a la 1:36 p.m.
Imagen principal tomada de http://amqueretaro.com/mexico/2017/09/22/35-de-la-poblacion-puede-padecer-estres-postraumatico-por-sismo el 23 de octubre de 2017 a las 5:12 p.m.