Sí, me asumo como un hombre mandilón.
En muchas familias, se suele asociar a las mujeres con labores como lavar, planchar, cocinar, cuidar de niños, niñas, personas adultas mayores y mascotas; mientras que los hombres son quienes salen a trabajar, proveen dinero a la familia y cuentan con la oportunidad de desarrollarse profesionalmente. ¿Por qué esto está mal?
Básicamente porque provoca desigualdad. Desigualdad de género.
Mercedes d’Alessandro, autora del libro “Economía Feminista”, explica que hay medidas concretas para dimensionar la desigualdad de género. Una de esas medidas es la distribución asimétrica de los cuidados.
Como las tareas del hogar recaen principalmente sobre las mujeres, su posibilidad de desarrollarse profesionalmente se ve afectada, lo que no pasa con los hombres.
Según este informe de Oxfam, el valor anual global de todo el trabajo de cuidados no remunerado hecho por las mujeres, es de cerca de 10 billones de dólares, 43 veces los ingresos de Apple en un año. Y las cosas no mejoran al ver el caso mexicano, pues los hombres dedican en promedio cuatro horas menos que las mujeres al trabajo de cuidados.
Mi experiencia personal sobre el trabajo de cuidados es un tanto particular, de ahí parte mi interés en el tema. Recientemente encontré este video de VICE News que cuenta la historia de Jonathan, quien a sus 15 años cuida de su hermano menor, madre y abuela. Yo viví mi adolescencia como Jonathan.
Conocí el trabajo de cuidados en la infancia porque cuando mi madre y padre murieron, me tocó cuidar a mi abuelo. Tras una embolia, varias caídas y una fractura de cadera, su capacidad de movimiento quedó muy limitada así que requería mi ayuda para asearse, para ir de un lado a otro de la casa y para trasladarse fuera de ella.
Mi rol como persona dadora de cuidados se hizo más presente cuando estudiaba en la universidad. Además de cuidar a mi abuelo en la última etapa de su vida, también cuidaba a mi tía, quien padecía enfermedad de Huntington, por lo que requería atención total y continuas visitas a la sala de emergencias. Ambas personas, mi abuelo y mi tía, procuraron de mí cuando niño y luego los papeles se invirtieron.
Así aprendí que el trabajo de cuidados no es cosa exclusiva de mujeres.
Lavar, planchar, cocinar, cuidar de niños, niñas, personas adultas mayores y mascotas, no debería ser motivo para llamar a un hombre mandilón, pero tampoco es motivo para felicitarle. Es mera responsabilidad y un acto coherente para contribuir a erradicar las desigualdades en las que vivimos. La ausencia social de los hombres en el trabajo de cuidados y labores del hogar no es más que machismo.
Todas las personas deberíamos tener garantizado el derecho de cuidar y de ser cuidadas. Urge un cambio en los estereotipos de género que asumen al trabajo de cuidados como una tarea única y exclusiva de las mujeres. El Estado es corresponsable en esto y debe asumir un rol principal al establecer un sistema de protección social y derecho al cuidado de forma universal.
Pero mientras tanto, sí, necesitamos más hombres mandilones.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México.
Imagen miniatura tomada de https://youtu.be/puwI1tROvkQ el 14 de marzo de 2019 a las 13:03 hrs.