Estaba llena de rabia y la primera frase que se me ocurrió para describir la situación fue “eres un hijo de puta”.
Pronuncié apenas la mitad de la frase, cuando en medio del caos y las emociones del rompimiento recordé a esa señora que siempre me brindó su cariño. Me detuve y le dije “no, tu madre no tiene la culpa de que tú seas así” y lo maticé con un célebre “¡güey!” (risas).
Para escribir este texto me pregunté ¿cuándo fue la primera vez que fui consciente de que estaba nombrando a otras mujeres de manera ofensiva?
Ahora tengo toda la certeza de que en mi muy primitivo estado de consciencia, en aquella discusión, mi ser interno no me permitió terminar la frase porque sentía que algo estaba mal (tache obvio). El punto es que algo despertó en ese momento.
¿Por qué utilizar el término “madre” (con la mágica combinación de “puta”, que no es cosa menor) para insultar? ¡Pues cómo no!, si toda la vida hemos escuchado términos que describen bajezas, faltas de capacidades y una larga lista de etcéteras que siempre tienen como base a una figura femenina.
No hablo de lenguaje sexista únicamente por androcéntrico (¿ejemplos? nosotros, todos, los poderosos, el mundo, el hombre). Hablo de estos términos tan horribles que escuchamos y usamos todos los días (tache nuevamente) y que, si somos un poco cautelosas, podemos ver una clara tendencia que denigra a mujeres que desarrollaron la maternidad:
- “Ve a chingar a tu madre”, porque claro, una madre está para eso, para aguantar, siempre aguantar lo que sea y de quien sea, eso si le quitamos el carácter sexual que es todavía más ofensivo.
- “Vale para pura madre” obviamente una madre; ibídem ¿se entiende?
- Y por si aún no queda claro “esas madrecitas” para terminar de minimizar, como si necesitáramos el golpe de gracia (¡pum!).
Sabemos que las prácticas del lenguaje son culturales, las aprendemos día a día mientras vamos creciendo y nos vamos apropiando de ellas, lo que me parece sumamente preocupante, es que nosotras como mujeres sigamos reproduciendo estas expresiones que metafórica y simbólicamente nos dañan tanto.
A veces pienso (mi esperanza no ha muerto del todo) que de verdad es un acto inconsciente que sólo reproducimos porque son las frases que hemos aprendido para describir ciertas situaciones.
No quisiera ni tocar un término que se ha hecho popular en los últimos tiempos: “perra” (bitch, please) y el sentido hasta de buena ondita que ha adquirido hablando en términos de “estatus”.
Estoy completamente convencida de que el lenguaje es una gran área de oportunidad para generar un cambio, por las implicaciones simbólicas que sistemática e históricamente, invisibilizan y potencian las peores «cualidades» que se han considerado abiertamente femeninas, como la locura o la maternidad.
La clave radica en ser conscientes de nuestras prácticas y modificarlas. Yo llevo algunos meses intentándolo, ¿complicado?, sí bastante. Cuando se me sale “alguna madre” me disculpo en voz alta y la modifico inmediatamente (por ejemplo, tengo una fijación con “el desmadre”, así que intento cambiarlo por relajo o caos según el contexto). Esto genera asombro en mis interlocutorxs e inmediatamente después preguntan el por qué de mis disculpas.
He notado al menos tres tipos de reacciones: lxs que se cuestionan y empiezan también a censurar el término en sus conversaciones, lxs que reflexionan pero no hacen nada por modificarlo y finalmente lxs que creen que me paso de intensa.
La realidad es que ahora, cada que escucho que alguien utiliza el término “madre” en sentido peyorativo, lo noto, se queda en mi cabeza rebotando unos segundos y creo que poco a poco he logrado hacerme consciente de mis palabras y su poder, al menos en relación a este término.
Podemos atajar y combatir de muchas formas las desigualdades y violencias modificando nuestras prácticas, consumiendo responsablemente, replicando las voces de quienes son menos escuchadxs o resistiendo desde el lenguaje y cambiando las cosas de a poquito: nombrándonos sin violentarnos, empezando por nuestras madres.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México
Imagen miniatura tomada de http://www.capital.com.pe/actualidad/los-millenials-son-mas-propensos-a-decir-groserias-en-sus-entornos-laborales-noticia-1001726 el 20 de mayo de 2018 a las 19:31
Imagen principal tomada de https://www.okchicas.com/salud/beneficios-chica-dice-groserias/ el 20 de mayo de 2018 a las 19:39